SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

17 de junio de 2011

LA INTELIGENCIA DEL HOMBRE

Entre los primates, el hombre (género homo), que aparece hace tres millones de años se distingue por su posición bípeda, su inteligencia, su lenguaje y su capacidad de producir herramientas, es decir de crear cultura. Mientras que otros animales eligieron el camino de la integración y conocimiento total de su medio ambiente, el hombre eligió el camino de la cultura. La cultura, es una herramienta que acumula y almacena cada uno de los pequeños avances y nuevos conocimientos que van realizando los diferentes individuos, para que luego todos juntos puedan ser transmitidos y utilizados por otro.
En su conciencia del universo, el hombre se cree algo especial, algo separado y superior a la naturaleza y a el resto de todas las criaturas. Sin embargo el hombre, es un animal más, de características prácticamente iguales a sus parientes cercanos los primates y también del resto de animales y seres vivos. La extrema inteligencia de la que el hombre se cree propietario no es superior a la inteligencia del resto de animales, sino que, simplemente ha avanzado por un camino diferente.
El Diccionario de la Lengua Española trae dos acepciones: Facultad de comprender, capacidad mayor o menor de saber o aprender. Conjunto de todas las funciones que tienen por objeto el conocimiento (sensación, asociación, memoria, imaginación, entendimiento, razón, conciencia).
La inteligencia es la capacidad de relacionar conocimientos que poseemos para resolver una determinada situación. Si indagamos un poco en la etimología de la propia palabra encontramos en su origen latino inteligere, compuesta de intus (entre) y legere (escoger). Por lo que podemos deducir que ser inteligente es saber elegir la mejor opción entre las que se nos brinda para resolver un problema.
La historia de la inteligencia humana se explica como el empeño del cerebro en buscar formas de comunicarse consigo mismo. Cuando el primer humano trazó la primera línea, precipitó una revolución en la conciencia humana. Una vez que los seres humanos se dieron cuenta de que eran capaces de exteriorizar sus imágenes mentales, la evolución fue más rápida.
La inteligencia humana no tiene limites , es casi infinito su potencial, diferentes textos y expositores plantean el poder que tiene sobre la manera de enfrentar las situaciones de la vida. Con su inteligencia el hombre toma todas las vivencias cotidianas y las representa en forma de mapas mentales que le facilitan su comportamiento en condiciones futuras.

Podemos construir la visión de nuestro mundo, nuestros sueños , las ganas de hacer las cosas, la actitud mental positiva. Por medio de la inteligencia estamos en capacidad de entender, motivar y ayudar a otros. Nos conduce a la sensibilidad humana entendida como la capacidad de darse cuenta y poder diferenciar entre los individuos y sus estados de ánimo, intenciones, motivaciones y temperamento y estar prontos a ayudarlos.

La primera diferencia fundamental entre el hombre y el resto de los animales se ha cifrado en su inteligencia; por ella se definía al hombre como animal racional. Hasta hace bien poco la racionalidad parecía un refugio seguro para señalar la diferencia y la supremacía del hombre. Sin embargo, con el desarrollo tecnológico, esta diferencia y supremacía se ha visto atacada, al surgir la denominada Inteligencia Artificial. No faltan voces abundantes que señalan que el oficio de pensar ya no es exclusivo de los humanos.

Es tal el entusiasmo que suscita en muchos la Inteligencia Artificial, que se discute seriamente si los artefactos que poseen propiedades antes atribuidas en exclusiva al hombre deben ser considerados personas o no, con tratamiento y derechos equivalentes. También se ha propuesto considerar a las máquinas pensantes como una suerte de hermanos que hemos fabricado, o incluso como hijos mentales.

Una bienvenida a nuestros hermanos que han sido engendrados por el dualismo hombre-máquina. Que se queden entre nosotros para el bien de la humanidad.

10 de junio de 2011

TRASCENDER DEL HOMBRE

El ascenso del hombre, en su proceso histórico, está marcado por una lenta y paciente forma de evolución. Sus elementos constitutivos, primero fueron biológicos, y a través de su recorrido por el tiempo ha plasmado, en etapas sucesivas, su modo de ser actual.

Lo primero que manifiesta es su condición para el mantenimiento de su especie, su reproducción y su conservación. En el desarrollo de su integralidad hacia lo síquico y lo social ha logrado construir cultura y civilización.

Articula entonces sus tres elementos constitutivos: lo biológico, lo síquico y lo social y así llega a su misma comprensión holística. Hoy el hombre es un complejo de la naturaleza configurado por aciertos y desaciertos. Se dirige hacia un futuro incierto pero siempre busca una esperanza porque tiene hambre de elevación.

El vuelo que pretende realizar, al final de sus días, le da ilusiones y formas de combatir su angustia existencial. Dentro de sus congéneres apenas hace lo que de ellos aprende, pero sólo algunos logran escaparse de la manada. Son los que buscan elevarse y trepar las cumbres de la vida.

El miedo al hondazo de las crisis otea el horizonte humano y le produce nubarrones de incertidumbre y de queja. Los procesos que desarrolla durante la existencia se presentan como reacción a situaciones de adversidad.

El trascender del hombre se refiere al reto de ir más allá del límite de su existencia. Es su dimensión trascendental y es aquí en donde adquiere el sentido de ir allende lo natural tanto en el conocimiento como en la vida plena y cabal. Adquiere entonces un carácter de finalidad que ha de cumplirse como lo más importante, lo esencial, por lo que se convierte en el fundamento de la acción y el sentido de todo lo que hace.

Los hombres que tienen hambre de elevación buscan trascender, buscan pasar de un lugar a otro distinto pero de más categorización, es el ascenso de más alta calidad, a un lugar más sutil. Así logra subir de nivel, de estar en situaciones más altas y que además es de cualidad distinta a la que deja atrás.

Es el hombre el que tiene la capacidad de volar por el universo, de acercarlo en sus partes y de comprenderlo. Al trascender en su conciencia, trasciende en el mundo y en su misma sociedad. Debe configurar la dimensión de su existencia a partir de la práctica de combatir la mediocridad y la unidimensionalidad.
Ante lo temporal, el hombre puede asumir dos actitudes fundamentales: puede vivir en el tiempo y para el tiempo, o bien, puede vivir en el tiempo para el logro de su trascender universal.

No existe el hombre en abstracto, sino este o aquel humano que vive para el tiempo o que vive para la posteridad. Por lo demás, cada ser humano es inefable y el hombre existe como existe cada hombre en particular, con todas las diversas modalidades.