Desde
su condición de homo sapiens, el hombre ha sabido plasmar su inteligencia para
desarrollar tecnología, entendida esta como el uso de habilidades e
instrumentos en provecho propio; tal es el caso de los computadores, de los teléfonos inteligentes y los celulares
del momento.
La
tecnología le permite al hombre sortear las situaciones más adversas. A través
de esta ha logrado construir máquinas que le ayudan en la solución de los
problemas.
La
tecnología ha absorbido la mente humana, porque somos dependientes de los
últimos adelantos. Estos nos manipulan y nos llevan por el sendero de la
inconsciencia. El hombre se ha convertido en víctima de la máquina.
Mediante
el continuo progreso, generado por el conocimiento que le brinda la ciencia,
actualmente el ser humano ha logrado crear la inteligencia artificial, hasta el
punto que hoy empieza a compartirla con la del hombre mismo.
Cuando
hablamos de ciencia esto quiere decir que si se hace un experimento que lleva a
unos resultados y se comunica a los demás cómo se ha hecho, cualquiera, con los
mismos medios y el mismo procedimiento, puede repetirlo y obtener exactamente
los mismos resultados. Concepto contrario a la fe y la creencia.
La
máquina nos ha convertido en un nuevo estereotipo: el zombi sapiens. Hoy
pensamos a través de la máquina. Nos anulamos a través de la máquina y si no,
analicemos el comportamiento de la generación que nos sucede, la cual vive
esclava de la pantalla.
Se
crea el concepto de zombi por la manifestación de la inteligencia artificial
dominando sobre el hombre. Se actúa inconscientemente y la habilidad maquinal
entra en la posesión de lo humano.
El
comportamiento humano está siendo sometido por la inteligencia de la máquina,
de tal manera que los actos de aquel dependen de la disposición de aquel
artefacto inteligente. Aparece una nueva forma de esclavitud enmarcada en la
relación hombre máquina. Todo el accionar del primero está determinado por la
manipulación que la segunda hace de su conciencia.
Desde
esta condición el hombre llevará el peso de su conciencia por las responsabilidades
entregadas a la máquina inteligente que él mismo construyó. Sólo le quedará
llorar por haber decidido entregar la conciencia humana a la conciencia
artificial.
Es
la disyuntiva determinada desde lo humano: entregar la conciencia del hombre o
reclamar la conciencia de la máquina.