La vida es un regalo que nos brinda el universo. Somos el producto de
la concepción que al final se torna inteligente. La vida consciente está llena
de cosas sencillas que debemos disfrutar. Cada evento a nuestro alrededor es
digno de reconocimiento. Por muy adverso que nos sea debemos tomarlo como
estrategia de aprendizaje. Sólo el hombre puede llegar a estados superiores y
avanzar hasta el pleno goce de la realidad.
En el desarrollo del proyecto de vida personal es necesario confrontar
la vida que llevamos y sopesarla con la dignidad, la responsabilidad y la búsqueda
de sentido. Debemos asumir el reto de construir una vida propia lejos de una
enajenación.
Con frecuencia utilizamos el concepto de dignidad, pero en la forma
común pasa desapercibido. El que hacer cotidiano del hombre lo absorbe en las
cosas inmediatas y le quita un espacio para el análisis de su propia dignidad.
La dignidad del hombre se refiere al conjunto de cualidades por las
cuales se hace merecer. Se refiere al realce o valor que tiene el hombre,
tomando como punto de referencia los otros seres de la naturaleza.
El hombre es el ser integral por excelencia en donde convergen todos
los estados de ánimo y estados de alta racionalidad. Es el ser especial de la
naturaleza. Cada vez que hace una acción siempre propende porque gire en torno
a sí mismo.
En la conciencia que tiene el hombre de su superioridad, frente a los
demás seres de la naturaleza, sobresalen la inteligencia y su capacidad de dar
significado a todo lo que le rodea. Por su capacidad racional inteligente ha
aprehendido la naturaleza y así mismo ha logrado grandes avances en el campo de
la ciencia y de la técnica, transformando su entorno y adaptándolo a sus
necesidades.
Por su capacidad de dar significado asume la realidad, la interpreta y
la proyecta conforme al sentido que le dé a su propia vida. Así la vida humana
sólo es posible en la medida en que cada uno descubra y realice su vocación.
Por esta misma capacidad significativa el hombre puede determinar el sentido de
su existencia unido al de los otros seres humanos.
Puede además establecer relaciones valorativas con sus semejantes,
orientadas desde la familia y la sociedad, las cuales hacen posible la
expresión de su dimensión afectiva sobre la base del compromiso en la vivencia
de solidaridad y de participación comunitaria.
La vida es única e irrepetible y el hombre hace parte de aquella premisa.
Busquemos articular al hombre con la vida misma. Aprendamos a ver la vida.
Somos parte de un momento del universo y sólo nos queda el reto de sentir aquel
momento.
Cada camino que se recorre en la vida es un aprendizaje y esto conduce a la sabiduría del hombre.