Desde su comienzo,
como ser consciente, el hombre ha logrado evolucionar en su pensamiento. En su
origen el pensamiento se fundamento en el mito, expresiones fantásticas
derivadas de la consecuencia del comportamiento de la naturaleza. Se estructura
la “creencia” como forma de explicar los fenómenos universales. Dentro de esta
manera de reducir lo que sucede en el entorno del ser, basta con asimilar la
información transmitida por la tradición, en donde lo que se expresa es
inequívoco y único.
La creencia es el
firme asentimiento y conformidad con algo. El fenómeno de la educación
religiosa parte de la construcción de un dogma el cual debe ser interiorizado
en el individuo como cierto y sin lugar a análisis ni discusión. Gran parte de
la civilización humana vive de la creencia y esto le da seguridad. Esta
estrategia representa el soporte de las religiones monoteístas del mundo como
son el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Hay que creer sin derecho a
disentir.
La creencia es
como un modelo, generalmente basado en la fe, creado por la mente y no exige
fundamento de tipo racional. Cuando son generalizadas conducen a la configuración
de dogmas los cuales producen un efecto de aceptación y de humildad en sus
participantes. Creer es considerar una cosa como verdadera o segura,
especialmente si para ello no se cuenta con demostración. Esta concepción
conduce a otra forma de ver las cosas, formulada desde los subjetivo, el
milagro.
Dicen que la fe
produce milagros. La Real Academia
de la Lengua
define milagro como un hecho no
explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención
sobrenatural de origen divino. Desde donde se mire el nacimiento del universo,
teoría creacionista a partir de un ser supremo, o teoría evolucionista a partir
de una gran explosión o Big Bang, el milagro sólo es posible en la primera. En
un momento dado el creador suspende las leyes naturales para que obre lo
sobrenatural. Por ende, aquel no puede explicarse por medio de la ciencia.
Según el filósofo
Karl Popper los milagros son hechos que no pueden comprenderse a través del
método científico porque son el resultado de un fenómeno sobrenatural. Sin
embargo, señala que existen acontecimientos que no pueden probarse a través de
las leyes naturales, pero que tampoco han sido producidos por un agente
sobrenatural.
La ciencia no se
ocupa de los milagros porque no puede aplicarles el método científico. Aquellos
pertenecen al campo de lo divino y de la creencia y no son susceptibles de
verificación. Por eso sólo hacen parte de los dogmas de algunas religiones como
el cristianismo.
Algunos científicos
al decir que los milagros no existen, se apoyan en uno de los principales
requisitos para que algo “sea” en el campo de la ciencia, y es que pueda ser
demostrado a través de la lógica, utilizando la observación, la experimentación
y la comprobación, como construcción de lo verdadero.
Desde esta
perspectiva la ciencia no puede aceptar los aspectos subjetivos como la
creencia y el milagro. La ciencia busca comprender el universo, desde lo
racional y siempre está en contradicción con los modelos humanos de la creación
y del milagro.
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