La mesura hace parte de la sabiduría
del hombre, porque en cada uno de sus actos sabe plasmar lo que le conviene a
los demás sin herirles y porque sabe que las heridas de los humanos producen
grandes daños a la persona misma y también a la sociedad a la que pertenece.
Hace parte de la sensatez y del tacto para actuar, hablar y opinar.
En cada horizonte de temporalidad
aparecen los hombres sabios y los hombres necios. Todos hacen parte de la
realidad social en aquel periodo de tiempo. Los sabios pertenecen al conjunto
de los mesurados, de los que tienen reserva o cautela para no decir algo que se
sabe o piensa. La mesura encierra la discreción, la moderación y la compostura.
La discreción es una cualidad escasa
en el ser humano, pero es de gran significado para la coexistencia pacifica de
la gente y de las comunidades. Lope de Vega aseguraba que “nunca el honor se
perdió mientras duró el secreto”, pero, claro, difícilmente entenderá el
indiscreto el significado de tan simple sentencia. Como tampoco asimilaría a
Baltasar Gracián, cuando afirmaba que “la discreción en el hablar importa más
que la elocuencia”, ni siquiera a Richelieu cuando aseguraba que “hay que
escuchar mucho y hablar poco para gobernar bien un estado”.
Somos parte de un engranaje social que
nos exige prudencia en el hablar, porque siempre hay más gente de la que se
imagina escuchando y siempre suele ser la quien tiene menos que oírlo. El
talento para ser discreto se logra a partir del saber, lo todo y decir, lo
poco, en otras palabras, saber lo que se ha de decir de lo que se sabe.
La institución de situaciones
trascendentales para la especie humana ha de ser manejada a partir de la
discrecionalidad de los dirigentes. Cada momento esta determinado por la
posibilidad de error o de acierto y es necesario echar mano de una buena dosis
de cordura, como estrategia para evitar el daño social.
En la vida cotidiana, las relaciones
entre las personas tienen un componente de comunicación, el cual debe estar
alimentado de la información que solamente requiere cada una de las partes.
Cuando se falta a la discreción se comunica todo sin medir las consecuencias.
Es el gran error del necio mencionado inicialmente.
Me queda una reflexión sobre mi gente:
tengo amigos que tienen además otros amigos y estos otros, tienen otros amigos,
esta conciencia me genera la necesidad de la discreción. Cuando se es discreto
se es mas humano. Se es más sobrio de pensamiento y de actuar. Es el reto de
los hombres que procuran el bien para los demás, sin detrimento de su esencia y
de su yo.
Ser discreto es un deber social, hace
parte de la responsabilidad de la especie humana que construye el mundo del
mañana y hace parte de la conciencia social.