Karl Apel, afirma que somos una
comunidad ilimitada de comunicación o de comunicadores. La comunicación tiene
una sustancia ética, pues se sostiene en la idea de que nosotros hablamos, es
decir, nosotros nos comunicamos con otros comunicadores/perceptores semejantes.
Respetar al otro es lo que da sentido a la comunicación política. Todo lo que
se aleja del respeto al otro, que lo utiliza, lo manipula, lo engaña o le
miente, generará frustración, violencia e infelicidad.
En la sociedad mundial, globalizada,
la comunicación se ha convertido en el centro de la actividad humana. Desde el
Twiter se envían decenas de millones de mensajes diariamente en todo el mundo.
Las nuevas tecnologías de comunicación e información, las páginas WEB, Youtube,
los canales de televisión locales, las cientos de emisoras de radio, los Blogs
y el Facebook pueden servir para comunicar o para incomunicar.
La política hoy está unida
consustancialmente a la comunicación. Luchar por el poder es comunicar y
gobernar es, también, comunicar. Lo que hace la diferencia es la ética, la
moral o la virtud. Se puede asumir la comunicación política desde la demagogia
–las diversas formas de mentir en política- o desde la búsqueda de la verdad y
una comunicación transparente que considere al semejante un fin en sí mismo y
no un medio para conseguir algo.
En esta idea, reside la diferencia
entre las ideas democráticas y las totalitarias. Es la persona humana un fin en
sí mismo y, por ende, no puede ser engañada o utilizada para conseguir un fin
oculto, sustentado en el doble lenguaje o el engaño como método. O la persona
se debe subordinar a las leyes de la historia –la lucha de clases o la
supremacía de una raza, un pueblo o un país- que inexorablemente nos llevarán a
un “nueva sociedad”. Desde ese punto de vista, la demagogia, la manipulación,
la mentira y el engaño, son un camino válido, en la medida que -así piensa el
totalitario- estamos facilitando la destrucción de una sociedad para construir
una nueva.
El tema de la ética en la
comunicación comienza en la antigüedad con Platón que sostenía que el lenguaje
sirve para comunicar a otros algo sobre las cosas. Las ideas de Platón fueron,
en su formulación, algo ingenuas. Al afirmar esta idea, él creía que se
transmitía ese algo con buena intención. Platón creía que las personas en la
medida que conocieran la realidad, lejos de la apariencia, podrían comunicar
con la verdad.
Por ello, la tarea del sabio o el
político era la de educar y comunicar la verdad una vez descubierta. El hombre
educado, en posesión de la verdad, debía actuar rectamente. Aristóteles
entendió que se puede conocer la verdad pero sin embargo se puede no decirla.
En otras palabras se puede conocer la verdad pero sin embargo se puede mentir o
afirmar falacias en función del objetivo del poder.
Desde la antigüedad hacia adelante
se ha discutido sobre el tema de la mentira y la verdad en política. Pasando
por alto a pensadores como San Agustín que dedicaron abundantes estudios sobre
la mentira, podemos llegar a uno de los filósofos esenciales en la fundación de
la modernidad: Emmanuel Kant.
Kant, es un pensador liberal,
creador de la tesis del imperativo categórico por la cual –luego de arduas
trabajos de investigación- sostiene que se debe actuar en función de una
actuación por la cual nuestros actos responden a leyes universales. ¿Son tus
actos leyes universales? Si son leyes universales puedes actuar en consonancia
con ellas. ¿Es una ley universal que todos los gobernantes roben? Si no es una
ley universal, simplemente no debes robar. Este axioma moral, Kant lo llama el
imperativo categórico.
Actúa, entonces, como si tus actos
fueran leyes universales. En el otro lado del mundo, Confucio -500 AC ., el Kant de China-
formuló una proposición parecida y que todos repetimos sin saber que Confucio es
el autor y que tiene más de dos milenios de vigencia: No hagas a otro lo que no
quieres que te hagan a ti.
En circunstancias que el mundo se
está transformando aceleradamente, caen las barreras nacionales, se integran
los países y los bloques regionales, existe un mercado mundial y un incesante
intercambio comercial, posible por la revolución científica y tecnológica
incesante, es fundamental una ética comunicativa que le dé un sentido a la
política y a la comunicación. Sin una ética comunicativa, es imposible
entenderse, comunicarse, aceptarse mutuamente, respetarse. La ausencia de una
ética comunicativa genera una visión parcializada de la realidad por la cual,
el otro está equivocado o se mueven en las apariencias, y por ende, puedo
imponer mi mensaje, manipulando.
En Kant encontramos las ideas claves.
Tres de ellas son razón-razonabilidad, libertad y voluntad. La comunicación
tiene que basarse en el respeto al otro como ser razonable que se atreve a
pensar. Se puede apelar a lo emocional con el fin de lograr una comunicación
eficaz pero se tiene que buscar argumentar, fundamentar, razonar. De lo
contrario la comunicación se sustentará sólo en las emociones que pueden ser
fácilmente manipuladas.
La comunicación, así mismo, es
posible en una sociedad libre y con seres humanos libres. La libertad es una
conquista de la modernidad y no como afirman los totalitarios, un prejuicio o
un obstáculo para sus fines. La libertad implica hacer uso de la razón para
elaborar mensajes, pero éstos se sustentan en una moral y en una fuerza de
voluntad para expresarlos y no deslizarse hacia las fáciles inclinaciones
personales que deshonran/pervierten la comunicación.
La comunicación política tiene que
sustentarse en una moral consistente, fundamentada en la razón y en la
capacidad humana para razonar y no en la simple emoción. La voluntad implica la
capacidad de las personas para actuar en correspondencia con la razón y, por
tanto, ejercer una disciplina y una acción valerosa, virtuosa.
Confucio y los filósofos taoístas,
de la misma forma que Aristóteles, promovían la búsqueda de la armonía en
relación con uno mismo, con los demás y con la naturaleza. Aristóteles proponía
como moral, alejarse de los extremos, encontrando en el centro, en el medio –no
como eclecticismo- el camino para la solución de los asuntos humanos.
La comunicación moderna, tiene que
apelar a la búsqueda de la armonía en la sociedad, alejándose de toda forma de
extremismo manipulador, que impida el entendimiento entre las gentes. Comunicar
es establecer relaciones entre las personas, informando de algo sobre las cosas
a los demás. Ese algo, debe tener un valor y no debe ser un algo
deleznable, injusto, destructivo que impida una mayor armonía entre las
personas.
http://www.sjl.pe/noticias/noticia.asp?id=2531
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