El Club
Bilderberg reúne cada año a unos 130 líderes de la elite financiera,
empresarial, política, académica y de los medios de comunicación del primer
mundo, fundamentalmente de Estados Unidos y Europa, para discutir sobre temas
de interés global. A estas reuniones, que se realizan con casi nula cobertura
periodística, a puertas cerradas y con gran contingente de seguridad, se puede
asistir solo mediante invitación.
Debido al extremo secretismo con que se efectúan estos encuentros, se
especula que el grupo estaría operando como un gobierno mundial en las sombras,
pues en esa instancia se decidiría el destino de la humanidad, se habla de
quienes vienen a establecer el Nuevo Orden.
Amenazada
de muerte por el poder oculto que hoy busca visibilidad, Cristina
Martín Jiménez, periodista española egresada de la Universidad de
Salamanca y autora del libro Club
Bilderberg, Los amos del mundo, sitúa los orígenes históricos de
este grupo en plena guerra fría.
Sobre el extremo secretismo con
que se realizan las reuniones de este club elitista, Daniel Estulin, quien los
investiga desde hace 15 años, expresa que “si bien es normal que en cualquier
democracia moderna se proteja el derecho a la intimidad, la ciudadanía tiene
derecho a saber de qué hablan los más importantes presidentes, primeros
ministros, reyes y reinas de todas las casas europeas, cuando se reúnen con los
empresarios y banqueros más ricos de sus respectivos países”.
El escritor denuncia que este
grupo estaría trabajando en un Nuevo Orden Mundial con una “metodología
sistémica”, es decir, influir en la cabeza de las instituciones de los
principales sectores de la sociedad y, desde ahí, controlar a la masa. Esto se
explica mejor teniendo en cuenta que no es necesario saber qué hace o piensa
cada individuo dentro una organización, sino que basta con tener el control del
presidente o del individuo más influyente dentro de la misma.
Para el investigador residente en
Canadá, el Club Bilderberg “sería responsable del actual control de la
población a través de la manipulación mediática y el miedo”. Observamos que
producto de la gran concentración de medios de comunicación, es más fácil
uniformar y manejar los mensajes, pero también establecer pautas editoriales
que privilegien la farándula, la crónica roja o los hechos de sangre para
atemorizar al público.
Por otra parte, es una realidad que la concentración de
medios permite administrar eficazmente los contenidos, estableciendo discursos
y versiones oficiales, influyendo en los patrones de conducta de los receptores
y determinando qué es lo relevante. Así, se han asegurado de implantar una
sociedad del espectáculo, sin informar al público de lo que realmente sucede en
el mundo.
http://www.catedraderamiro.blogspot.com
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