Las teorías que determinan al hombre
desde su comienzo, en la evolución, y a través de su desarrollo histórico,
están siendo reemplazadas por los descubrimientos de una nueva disciplina
llamada la “neurociencia”. Esta disciplina está entrando al cerebro humano para
comprender su comportamiento y entender el complejo entramado neuronal, base
del proceso de aprendizaje y de la conducta.
Las altas funciones cognitivas están
siendo explicadas desde el punto de vista de la forma de actuar de unas
sustancias químicas denominadas neurotransmisores, responsables de los
fenómenos eléctricos del cerebro.
Hoy la ciencia ha llegado a observar
que cuando se estimulan ciertas áreas del cerebro con mini impulsos eléctricos
se produce un “deseo” de alzar la mano y pegar un golpe. Aquí puede radicar el
comportamiento agresivo y violento de los humanos. Estamos abriendo una nueva
brecha para explicar la violencia en el mundo y que podrá ser abolida mediante
un tratamiento o esquema terapéutico.
Se sabe también que las áreas
cerebrales están interconectadas y que se generan diferentes circuitos que
permiten la actuación del ser. Esto determinará la redimensión de la dualidad
ontológica del hombre, su mundo de lo sensible y su mundo de lo racional.
Estas comprobaciones desvirtúan la
teoría del ser, estructurada a partir de sus elementos inherentes, cuerpo y
alma. Todo parece ser derivado de un engranaje neuronal y de áreas de
estimulación que llevan al cerebro a generar una forma particular de
comportamiento y de conducta en el ser.
Puedo afirmar hoy, que la vida está
producida por una serie de relaciones interdinámicas entre la materia y la
energía y dichas relaciones regulan y configuran la condición de lo humano. Es
aquí donde entra la dimensión ética, derivada del hombre como constructor de
cultura. Las áreas culturales desarrolladas por el hombre son: ciencia,
religión, arte y moral. Estas le han permitido alcanzar el nivel de desarrollo
de su civilización.
Si la unidad fundamental de la vida es
la célula, como nos lo enseñaban en bachillerato, hoy la ciencia se ha entrado
en ella hasta sus más profundos recónditos. La célula nerviosa produce una corriente
eléctrica que se transmite a lo largo del sistema y permite estímulos que
llegan al cerebro. Este órgano genera una respuesta inmediata.
La actitud cambiante del cerebro
frente a todos los estímulos que le llegan genera lo que se denomina “plasticidad
cerebral”, o sea la capacidad de amoldarse a cada situación, por ejemplo
adaptación a la “pobreza” o adaptación a la riqueza.