Aprender de la existencia conlleva
situaciones de éxito y de fracaso. La condición humana circunscribe cada
momento, de su actuar, en el desánimo o en la esperanza y construye un mundo
fundamentado en lo que logra cotidianamente.
Existir es vivir, es estar en contacto
conciente con el mundo. Los valores del hombre, como sujeto de cultura,
imprimen carácter al comportamiento humano y le determinan su rumbo.
El ser humano en su ascenso a estados
superiores, busca llegar a ser lo que verdaderamente le corresponde hacer. Esta
condición le produce incertidumbre permanente frente a la vida misma porque en
aquella búsqueda gasta su energía hasta el logro de aquella compensación.
El camino de la existencia marca el
destino de las generaciones y exige a aquellas una cuenta constructiva en
beneficio social. Se vive en permanente
preocupación por el aumento del progreso humano y del desarrollo de los
pueblos, pero se suprimen garantías del pensamiento en aras del avance del
conocimiento.
Todo elemento que retarde la
comprensión al hombre, le produce angustia existencial. Esta estigmatiza el
desempeño de la acción y compromete el logro de su propio beneficio. El
existencialismo postula que son los seres humanos, en forma individual, los que
crean el significado y la esencia de sus vidas. La corriente, de manera
general, destaca el hecho de la libertad y la temporalidad del hombre, de su
existencia en el mundo más que de su supuesta esencia profunda.
Carente de futuro, de acción y de
desempeño, el mismo hombre se hunde en su propio destino y llora desde allí.
Sólo le queda la búsqueda de estrategias para suprimir todo aquello que le ata
y le compromete su libertad para que pueda volar, libre desde su existencia,
hacia caminos de comprensión y de vivencias gratificantes que le supriman su
propia angustia existencial.
El danés Soren Kierkegaard,
profundamente religioso y considerado como el padre del existencialismo, manifestaba
que es crucial para el espíritu reconocer que uno tiene miedo no sólo de
objetos específicos sino también un sentimiento de aprehensión general, que
llamó temor. Para Kierkegaard, el principal antecedente del existencialismo, la existencia es ante todo un
existente: el existente humano. El temor enfrenta la carencia de estados de
ánimo proactivos y este determina al hombre que sufre su propia depresión
existencial.
Desde el portal de su conciencia, el
hombre debe trascender a situaciones de comprensión de la existencia humana y
ayudar, desde su capacidad, al manejo de la angustia existencial del la humanidad.