La vida es un presente que se extingue en el
tiempo. Todos llevamos algo de afán para vivirla y comprenderla, y esto es el
reflejo de la forma como la hemos conducido. Así como el eco nos devuelve las
palabras que lanzamos, la vida nos devuelve lo que hemos sembrado en ella, lo
bueno o lo malo.
Cuando hablamos cosas que hieren al humano
estamos generando situaciones que se devuelven en algún momento de la
existencia. El eco es la repetición de un sonido al chocar sus ondas sonoras
contra una superficie sólida y regresar al lugar de la emisión con la fuerza y
la tardanza suficientes para que se perciba como un sonido distinto del original,
como sucede a veces en ciertas montañas, valles o plazas. Lo mismo ocurre con
el acto humano. El ruido producido por el daño se expande socialmente y esto
produce desacierto y desconfianza.
Por eso creo que la tardanza, en la acción
solidaria hacia los demás, se refleja en una forma contraria que menoscaba a la
vida misma y a la sociedad en la que militamos. La vida nos devuelve todo lo
que decimos o hacemos. Por eso, nuestra vida es el reflejo de nuestro actuar.
Ante un mundo convulsionado se requiere poner
más amor y dedicación para con los humanos. La violencia se ataca con
sobredosis de amor y este debe ser sembrado en todos los rincones del mundo
como estrategia de convivencia. Si deseamos felicidad habremos de darla a todos
para que la vida nos la devuelva como el eco.
Cuando construyo bienestar y calidad de vida
habré de encontrar algo que viene de rebote. La felicidad la devuelve la vida cuando
damos más de lo que recibimos. Pero cuando busco la de los demás, haciendo el
bien, la encuentro como el eco, de rebote, recojo lo que siembro.
Estaré alegre cuando busco la alegría de los
que me rodean. Si quiero una sonrisa en mi alma, he de sonreír a quienes tengo
a mi lado, cada día. La vida me devolverá lo que he dado, como el eco. Esto se
aplica a todo en la vida: a la belleza, la verdad y la bondad. Por mucho que
vayamos por el mundo buscando la belleza, no la encontraremos nunca si no la
llevamos con nosotros.
En nuestras vidas, muchas veces tenemos que
resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación para
continuar un vuelo de victoria, debemos desprendernos de costumbres,
tradiciones y recuerdos que nos causaron dolor.
Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar
el resultado valioso que una renovación siempre trae. El eco de la vida es el
bumerán que nos devuelve lo que sembramos durante ella, es el proceso de
cosechar actos de inteligencia y de gratificación o de amarguras y sinsabores.
La vida nos da de regreso exactamente lo que
le hemos dado. Nos devuelve todo lo que decimos y hacemos. Si no nos gusta lo
que recibimos de regreso, debemos revisar bien lo que estamos dando.
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