El mundo en su acelerado desarrollo y en su afán de producir
cosas, en una cantidad tal, que el aquel no los necesita, está bordeando los
límites de su desarrollo. Vamos ineludiblemente hacia un momento en donde la
congestión, la velocidad y el malgasto de los recursos, se confunden con el
mantenimiento de la vida misma.
Las circunstancias actuales nos exigen un momento para la
reflexión porque tenemos el deber de disminuirle el ritmo al mundo, antes de
que entremos en el campo del caos. Todo tiene una velocidad media que conserva
y produce armonía. Es lo justo a tiempo.
La civilización humana desbocada es producto del exceso en
el consumo de la energía universal. En el momento vivimos una realidad al borde
del colapso. Estamos progresando con una intensidad que rompe todas las
barreras de lo humano. Nos estamos gastando los recursos que corresponden a las
generaciones que nos han de suceder y aún no hemos tomado conciencia de la
magnitud del daño que hacemos al mundo y a la sociedad.
El colapso es la consecuencia del exceso en la vida, es
producido por la disminución brusca o paralización de todo el proceso de avance
del hombre. El conjunto de las acciones irracionales irán frenando del desarrollo
de los modelos que producen bienestar y progreso social. Los elementos,
productos del desenfreno, se van acumulando hasta que llegan al límite y esto
generará el retorno al punto original en donde se producirá una expansión sin
control destruyendo todo el orden social.
El egoísmo creciente de la gente, la degeneración moral de
la sociedad, el rápido crecimiento del interés en uno mismo, la crueldad y la violencia,
el desarrollo de estructuras egoístas y eminentemente utilitaristas destruyen
la condición de lo humano y vuelcan todos los procesos de la destrucción del
hombre. Es el colapso de la vida conciente, de la vida de familia, de la vida
de la sociedad.
Frente a la idea del colapso que se avecina es necesario
defender la idea de que el mundo es una opción de vida y de regocijo. De esta
concepción es posible construir una realidad que sea igual para todo ser vivo y
para todo el conjunto de la vida. Si todos somos individuales, cada uno de
nosotros crearíamos nuestra propia realidad independientemente de las
consecuencias en el desarrollo social. Pero la realidad es que hacemos parte de
una comunidad humana y que nuestro trabajo debe ser colectivo.
La teoría del colapso se construye desde la comprensión de
la realidad desde otro ángulo, cual es de no aislar a los seres vivos como
transformadores de la naturaleza y como gestores de comunidad dentro de unos
índices de mesura y de prudencia frente al progreso.
El absurdo de una clase productora de excesos conduce, en
forma perenne al colapso de la humanidad, al colapso de la vida en el planeta
tierra y a la desaparición de la especie humana, que hoy tiene como esencia
sembrar el universo de vida y compartir la energía de este para los procesos de
la transformación de situaciones caóticas en modelos de humanización del ser.
Como humanos es el momento de participar en la acción de una marcha hacia atrás que
evite la destrucción del hombre. Es posible desacelerar el desarrollo
tecnológico y científico y desarrollar una base ética que permita la fundamentación
racional de la conducta del hombre. Hoy el mundo se aproxima al holocausto
nuclear, el manejo desmesurado del poder vuelve irascible al hombre y desde su
arrogancia destruye la vida y estropea la condición del ser desde el respeto
colectivo y la conciencia social.
http://www.catedraderamiro.blogspot.com
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