La
posición humana frente a los fenómenos de la naturaleza siempre ha sido de
temor e impotencia, por eso el hombre ha recurrido a buscar instancias
superiores a quienes pedirles protección.
El
desarrollo científico ha cambiado esta concepción. Hoy la ciencia le da
seguridad al hombre. Ante las amenazas cotidianas existe tecnología para hacer
frente a aquellas y así garantiza su supervivencia y la diseminación de la vida
por todo el universo. Este parece ser el destino del hombre, sembrar y sembrar vida en todos los confines.
El
paso frecuente hacia nueva metodologías le van generando mejores condiciones de
vida, que le producen confianza y que, hasta los límites actuales, se ha
transformado en la “arrogancia del hombre”. Frente a esta posición el hombre se
cree capaz de desafiar la naturaleza.
Somos
frágiles, por nuestra misma condición de vida, a la transformación del
universo. Este lo hace a partir de inmensas explosiones con liberación de
cantidades infinitas de energía y cualquier aumento de la temperatura
compromete nuestro equilibrio.
La
gestación del hombre se ha realizado a partir de fragmentos universales
derivados de la muerte de una estrella, que se han condesado, en un determinado
momento, para producir vida. Es la relación vida-energía-universo.
Pertenecemos
a uno de los ciclos galácticos de la Vía Láctea, y estamos articulados de una
manera consciente. A través de nuestra conciencia podemos comprender este
ciclo. Esto se logra por medio de un proceso gradual, que desde lo científico,
se puede obtener la aproximación a la verdad.
La
permanencia de la vida en la tierra dependerá de la forma de manejo de la
arrogancia del hombre. Desde la concepción futurista, se puede afirmar que la
explosión demográfica, producto de la acción de sembrar vida, multiplica la
arrogancia en una proporción geométrica y toda esta fuerza unida podrá ser la
causante de la aniquilación de la vida en la parte del universo que conocemos:
nuestra querida tierra.
El
hombre se describe y se determina por la forma como decide ascender en su
proceso de la existencia. Su mundo sensible lo sitúa en la realización de actos
irracionales y demenciales. Su mundo inteligible lo sitúa en el deber de
cumplir para sí mismo y para sus congéneres; los hace racional, crítico y
conceptual y por eso puede adoptar una posición de defensa de lo humano y de la
perpetuación de la vida en el planeta.
http://www.catedraderamiro.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario