Ya desde sus inicios, una vez se formaron las primeras sociedades, la
humanidad vio la necesidad de organizar el ejercicio del poder, con el fin de
facilitar el gobierno de las primeras comunidades. Entonces surgió la política.
Si nos atenemos a los tratados sobre la historia de la humanidad,
encontramos que este arte fue adquiriendo refinamiento con el transcurso de los
tiempos.
Como quiera que nuestra civilización tiene sus orígenes en Grecia, pues es
hacia allá adonde debemos remontarnos para encontrar su significado y su
orientación. Más aún, su etimología tiene su génesis en la cultura griega, en
donde tomó arraigo gracias al tratado homónimo de Aristóteles.
No obstante, los inicios de la política se remontan al neolítico, cuando la
sociedad comenzó a organizarse en un sistema jerárquico y ciertos individuos
adquirieron poder sobre los demás miembros de la comunidad. Antes de esto, el
poder residía en quien tuviera mayor fortaleza física o en el más inteligente
del grupo. Algunos teóricos aseguran que este tipo de organización también puede
ser considerado como una forma de política, por lo que se podría afirmar que la
política es tan antigua como la propia humanidad.
Los sistemas políticos de la antigüedad eran generalmente absolutistas ya
que la totalidad del poder se encontraba en manos de un único sujeto. En
Grecia, existían también algunas ciudades-estado donde se practicaba una
democracia parcial y se llevaban a cabo asambleas. Sin embargo, es a partir de
la Revolución Francesa cuando el esquema político experimentó un cambio significativo,
porque desde ese momento se instauraron regímenes con características
democráticas, donde la toma de decisiones debe responder a la voluntad general.
Empero, no siempre se logra ese ideal democrático de un gobierno “del
pueblo, con el pueblo y para el pueblo”, objetivo primario de la democracia,
pues son muchos los gobernantes que en la historia de cada nación han sido, que
interponen sus propios intereses y los de sus allegados familiares o de secta,
a los del pueblo que los eligió, Y, entonces, la democracia en este tipo de
países se convierte en un simple juego electoral, pues la codicia, la avaricia
y la soberbia (éstas sí, pasiones del alma -y de las más negativas-) se
convierten en los paradigmas de la política.
Lamentablemente Colombia está dentro de esa extensa lista de países con una
democracia de papel. Es decir que sólo existe en la Constitución Política, pero
no se pone en práctica.
Y lo que es peor, estos gobernantes, no contentos con haber administrado
con intereses mezquinos (y hasta haber llegado a cometer desafueros e incluso
delitos), al dejar el gobierno su sed de poder puede más que la vergüenza y la
dignidad e insisten (mediante frases melifluas) en ponerle palos a la rueda
gubernamental de su sucesor, con el único ánimo de convertirse ante los miopes
ojos de sus parciales, como el único capaz de salvar del caos a la nación que
dejaron en un desbarajuste impresionante. De tal magnitud, que muchos de
quienes fueron sus colaboradores están en la cárcel o están haciendo cola para
ser juzgados; aun cuando no faltan los fugitivos.
Como dijera Aldous Huxley, literato británico, “Cuanto más siniestro es un
político, más pomposo es su lenguaje.”
http://www.maganguehoy.com/index.php/editorial/2032-el-ejercicio-del-poder
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