Van pasando los años y ya no alcanzamos a contarlos, solo sé que tenemos menos tiempo para
vivir pero que todavía nos quedan verdaderos retos. Al comienzo de la vida
tenemos una bolsa llena de caramelos y queremos comerlos de una vez. Cuando
empiezan a escasear detenemos la velocidad de ingestión y comenzamos a
saborearlos en una forma pausada y de máxima degustación.
El hombre va tejiendo su quehacer cotidiano y deja su obra, buena o
dañina, en la edad dorada de la juventud, otros la llaman la tercera edad, término
que acuño como el que más se aproxima al momento que vivimos, los que nacimos hacia la mitad del siglo XX.
Al final llegamos a la misma concepción de Mario Andrade (Poeta, novelista, y ensayista Brasileño). Un alto para que hagamos
realidad aquella concepción.
“Ya no tengo
tiempo para reuniones interminables, en
las que se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos,
sabiendo que no se conseguira nada.
Ya no tengo
tiempo para soportar personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no
han crecido.
Ya no tengo
tiempo para perderlo con mediocridades.
No quiero estar
en reuniones donde desfilan ‘egos’ inflados.
No tolero a los
manipuladores ni a los aprovechados.
Me molestan los
envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de
sus puestos, sus talentos y sus éxitos.
Detesto, si soy
testigo, los efectos que genera la lucha por un cargo importante.
Las personas no
discuten contenidos, apenas los títulos, si acaso...
Mi tiempo es
escaso como para discutir títulos.
Quiero la
esencia, mi alma tiene prisa…
Con pocos
caramelos en la bolsa...
Quiero vivir al
lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reírse
de sus errores.
Que no se
vanaglorie con sus triunfos.
Que no se
considere elegida antes de tiempo.
Que no eluda sus
responsabilidades.
Que defienda la
dignidad humana.
Y que desee
únicamente caminar al lado de la verdad y de la honradez.
Lo esencial es lo
que hace que la vida valga la pena vivirla.
Quiero rodearme
de gente que sepa tocar el corazón de las personas …
Gente a quien los
duros golpes de la vida, le han enseñado a crecer con suaves caricias a su
alma.
Sí… tengo prisa…
para vivir con la intensidad que nada mas que la madurez puede dar.
Pretendo no
mal emplear ni tan solo uno de los caramelos que me quedan.
Estoy seguro que
serán más exquisitos que los que me he comido hasta ahora.
Mi meta es llegar
al final satisfecho y en paz con mis seres estimados, y con mi conciencia.
Deseo que la tuya sea la misma, porque, de
cualquier manera, también llegaras..."
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