Las virtudes son el patrimonio moral del hombre. Ellas
le ayudan a comportarse bien en toda circunstancia, es decir, a hacerle bueno
en el sentido más verdadero y completo. Ningún hombre nace bueno o malo, como
nadie nace médico o artesano, pero de la naturaleza recibe la capacidad para
llegar a serlo.
Y el deber de ser virtuosos, es decir, buenos en el
sentido auténtico, debe ser un empeño de todos porque todos deben buscar
mejorar moralmente. No existe otra posibilidad: o se hace uno mejor o se hace
peor. Esto significa o que se adquieren las virtudes o nos abandonamos a los
vicios.
El
hombre se encuentra frente a una bifurcación: no se puede no elegir. Se elige
el bien, mejora; en caso contrario empeora. Por ejemplo, quien elige ser
mesurado en la mesa, hoy, mañana, etc., se hace sobrio y libre ante las
atracciones de la comida. Por el contrario, quien es desordenado, hoy, mañana,
etc., se hace viciosos y esclavo de los impulsos del momento.
El
hombre virtuoso es un persona verdaderamente libre. El fumador empedernido esta
sometido por el tabaco, el alcoholizado no es una persona libre para elegir en
materia de alcohol, el drogadicto es una persona encadenada. Son todos ejemplos
de esclavitud.
La
adquisición de las virtudes es el único camino para ser verdaderamente libres,
maduros, dueños de las propias acciones.
La virtud es un hábito bueno que hace al hombre capaz
de cumplir el bien de un modo fácil y gratificante.
http://www.aciprensa.com/moral/virtudes.htm
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