Se llama modelo económico a la forma en la que se organiza la
actividad económica de una sociedad, la producción de bienes y servicios y su
distribución entre sus miembros. Cada modelo económico se caracteriza por su
ordenamiento jurídico que especifica el régimen de propiedad y las condiciones
de contratación entre particulares.
Es el Estado el que elabora e impone ese ordenamiento jurídico y se
reserva para sí ciertos ámbitos y formas de actuación. El sistema económico
sirve por tanto para determinar qué agentes y en qué condiciones podrán adoptar
decisiones económicas.
En el último cuarto del Siglo XX se gestó en el mundo una nueva
concepción que revolucionó la estrategia económica mundial. Los modelos de la
economía mundial se estructuraban en la filosofía capitalista o en la filosofía
comunista, y estos dos modelos habían empezado a desmoronarse.
Cuando los pueblos buscaban adaptarse a uno de aquellos comenzó a
aparecer el fin de uno de ellos y el principio del fin del otro
La súbita caída del modelo comunista, construido sobre el principio
socialista y sobre la dictadura del proletariado, sólo dejó una amarga experiencia
como la de que no es posible una economía y un empresarismo con el manejo
absolutista del Estado.
El derrumbe dejó la amargura de la farsa montada para el manejo del
poder popular y mantener una creciente corrupción en sus estamentos
burocráticos. El poder popular como sostén de la maldad del Estado.
La influencia comunista, producto del mandato predominante, implicó un
gran problema: ¿Cómo podrían los países comunistas y los países capitalistas
construir un mundo más justo, más digno, si los dos tipos de modelos hacían el
mismo manejo ya mencionado?
El principio del fin del modelo capitalista lo determina el golpe dado
al corazón de las finanzas del mundo occidental. El centro del movimiento de
los grandes capitales, de la riqueza absoluta, del consumismo y del derroche.
La recesión, la caída del valor de la moneda y el rechazo de los pueblos a este
modelo de explotación y de pobreza, sólo dejan entrever el próximo descalabro
de este exabrupto.
El engendro de la brecha entre pobres y ricos, el ahondamiento del
estado de indigencia en las comunidades que viven bajo su techo, dejan una
frustración y un resentimiento social. Así, asistimos al fin de este modelo
capitalista, lleno de aciertos y de errores.
A partir de los modelos económicos enunciados se han desarrollado los
conceptos de extrema izquierda y de extrema derecha. A partir de bandazos y de
cambios de conceptos para el manejo de los pueblos, se ha abierto camino, en
ambos bandos, la capacidad de soborno y la corrupción.
La extrema izquierda, el comunismo, y la extrema derecha, el
capitalismo, se dan la mano por detrás. Ambos buscan los mismos fines y para
ello utilizan las mismas herramientas y estrategias. Nos damos la mano por
detrás en aras de los beneficios particulares, de los negocios oscuros y del
silencio por lo que logramos.
La gran sociedad mundial actual reclama una nueva estrategia
económica, más justa, más racional. El mundo gira hacia un modelo de economía
social de mercado. Algo que recoja lo bueno de cada modelo, una estrategia que
produzca soluciones justas y equitativas.
La economía social de mercado es un orden social, económico y político
integrado, centrado en el hombre, en el que, la política económica y la
política social son simultáneas. Construida sobre una base más justa, no habrá
campo para la corrupción. Su objeto es el logro del Hombre más humano. Con
menos angustias existenciales.
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