SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

23 de mayo de 2011

TE TOCO, LUEGO EXISTO

Somos criaturas del universo, somos la consecuencia del estallido de las estrellas, somos un cúmulo de vida en el universo. Todos pertenecemos a un mundo sensorial lleno de incógnitas y de posibilidades que no las sabemos aprovechar. Somos parte de una grande variedad de especies vivas que comparten el mundo que nos rodea.

Nos damos cuenta de nuestros semejantes cuando los percibimos a través de nuestros sentidos, ver, oír, gustar, olfatear y palpar o tocar. Estas expresiones son la consecuencia de nuestro sistema nervioso. Su desarrollo y perfección es particular en cada una de las especies vivas.

Tocar es entrar en contacto las manos u otra superficie del cuerpo con un objeto o una superficie. La sensación que produce tocar todo, lo que gira a nuestro alrededor, es una de las cosas más gratificantes de nuestra existencia.

Todo el mundo necesita el contacto físico, especialmente los niños, los jóvenes, los adultos, los ancianos, en resumen todos los integrantes de la especie humana. Todos necesitamos que nos toquen. Todos queremos tocar.
La necesidad de crear un espacio donde el hombre pueda tocar a sus semejantes es producto del momento en que se encuentra. Vive en un mundo lleno de cosas, que la sociedad de consumo le provee, pero vive aislado, lejos del calor humano. La máquina le llena su vacío existencial.
El tocar favorece el camino para un encuentro sereno, gozoso, profundamente personal y por eso y en tanto y en cuanto sea profundamente personal, profundamente comunitario. Toco, luego existo. Existo para tocar, toco para existir.
En una ocasión, Bertrand Russell escribió: “No sólo nuestra geometría y nuestro físico, sino nuestra concepción completa de lo que existe fuera de nosotros, está basada en el sentido del tacto”. Pero nuestra experiencia de tocar está disminuyendo. Cada vez más vivimos solos, tenemos amigos virtuales, nos asusta cualquier tipo de contacto físico con extraños por temor a que pueda ser antihigiénico o inapropiado, o pueda volverse violento.
Se puede demostrar que los efectos de no tener contacto físico pueden ser nefastos para nuestro bienestar, como individuos y como sociedad. Cuando yo te toco, tú sientes el contacto, por lo tanto a través de mi contacto tú sientes que existes y puedes conectarte conmigo. Es un sentimiento de ser importante, de ser cuidado.
Debemos tener el tiempo para acariciar. Un estudio realizado en 1997 sobre a cantidad de contacto y de agresión entre adolescentes observó el comportamiento de 40 de ellos encontró que los adolescentes estadounidenses pasaban considerablemente menos tiempo acariciando, besando, abrazando y recostándose con sus pares que los franceses.
Estos hallazgos son preocupantes, especialmente porque la investigación sugiere que una ausencia de contacto e interacción física durante la adolescencia puede resultar en comportamientos violentos más adelante en la vida. Estar privado del contacto físico parece conducir a una disminución de la serotonina, las cuales, junto con la dopamina, son neurotransmisores que influyen en el humor.
Estamos perdiendo la visión de quiénes somos. Nos da vergüenza tocarnos, pero estamos obsesionados con la apariencia. Preferiríamos, por ejemplo, caer bajo el bisturí del cirujano que aceptar nuestros propios cuerpos. Estamos viviendo en una época materialista, donde si no se ve, no tienes.
Tocar será la acción del hombre de la tecnología y de la ciencia. Será el mecanismo de comunicación, nuevamente con su especie. Cuando así lo haga podrá decir, también, nuevamente: Toco luego existo.

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