SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

24 de octubre de 2012

DISEMINACIÓN


La posición humana frente a los fenómenos de la naturaleza siempre ha sido de temor e impotencia, por eso el hombre ha recurrido a buscar instancias superiores a quienes pedirles protección.
El desarrollo científico ha cambiado esta concepción. Hoy la ciencia le da seguridad al hombre. Ante las amenazas cotidianas existe tecnología para hacer frente a aquellas y así garantiza su supervivencia y la diseminación de la vida por todo el universo. Este parece ser el destino del hombre, sembrar y  sembrar vida en todos los confines.
El paso frecuente hacia nueva metodologías le van generando mejores condiciones de vida, que le producen confianza y que, hasta los límites actuales, se ha transformado en la “arrogancia del hombre”. Frente a esta posición el hombre se cree capaz de desafiar la naturaleza.
Somos frágiles, por nuestra misma condición de vida, a la transformación del universo. Este lo hace a partir de inmensas explosiones con liberación de cantidades infinitas de energía y cualquier aumento de la temperatura compromete nuestro equilibrio.
La gestación del hombre se ha realizado a partir de fragmentos universales derivados de la muerte de una estrella, que se han condesado, en un determinado momento, para producir vida. Es la relación vida-energía-universo.
Pertenecemos a uno de los ciclos galácticos de la Vía Láctea, y estamos articulados de una manera consciente. A través de nuestra conciencia podemos comprender este ciclo. Esto se logra por medio de un proceso gradual, que desde lo científico, se puede obtener la aproximación a la verdad.
La permanencia de la vida en la tierra dependerá de la forma de manejo de la arrogancia del hombre. Desde la concepción futurista, se puede afirmar que la explosión demográfica, producto de la acción de sembrar vida, multiplica la arrogancia en una proporción geométrica y toda esta fuerza unida podrá ser la causante de la aniquilación de la vida en la parte del universo que conocemos: nuestra querida tierra.
El hombre se describe y se determina por la forma como decide ascender en su proceso de la existencia. Su mundo sensible lo sitúa en la realización de actos irracionales y demenciales. Su mundo inteligible lo sitúa en el deber de cumplir para sí mismo y para sus congéneres; los hace racional, crítico y conceptual y por eso puede adoptar una posición de defensa de lo humano y de la perpetuación de la vida en el planeta.

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