SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

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4 de octubre de 2015

LA RISA y LA SONRISA

Por: Henry Gallo Flórez

Hay risas de amor y de dolor, igual que las sonrisas, que son el espejo del alma del humano. Cuando la tristeza embarga el ánimo, se ríe en medio del llanto. Pero cuando la felicidad es quien domina el espíritu en el alma humana, se ríe a carcajadas y se despeja y explota la garganta y la boca se muestra en su esplendor.

Reír es fuente de vida, es el gozo o el dolor que aflora, en un momento que emociona el ánimo de quien sintiendo placer lo reconoce o grita en medio de la risa, cuando siente el dolor punzante de la desesperación en la miseria que se acompaña con tragedia.

Ríe también el desquiciado, que ha perdido su conciencia y con mueca risueña demuestra en su amargura, que requiere de compasión o de ternura. La locura, se apodera de su mente, y en los momentos tristes enarbola una sonrisa transfigurada en gesto de dolor. Es el paciente de la miseria, ser incomprendido, que arrastra su final.

En los actos heroicos, el valiente se ríe del destino y enfrenta la realidad con estoicismo. Si muere, generaliza su sonrisa, ya sea en el campo de batalla o en el cadalso que le otorga su enemigo.
Pero la más ecuánime sonrisa es del ser amado, cuando nos mira y nos regala en ella su cariño, su amor, su comprensión o su deseo.

Vivimos pues en un mundo de sonrisas, buenas o malas, nos da lo mismo, porque ver reír la gente cuando ama o cuando llora, nos demuestra que son seres con corazón, que en sus conciencias se encuentra la humana convicción, que los hace distintos a los demás seres que pueblan este mundo.
Los animales, como los simios también ríen, pero no por convicción, sino por animalismo. Su sonrisa es sarcástica o bufa y no deja entrever sus pensamientos, ni su racionalidad, pues aparentemente carecen de ella. Son gritos lastimeros, llenos de angustia y no de sentimientos.

Qué decir de la risa de los niños o de la sonrisa del bebe cuando nos mira. Es el alma del humano mismo, aunque ésta en la razón no exista. La risa de los niños es algo bello, es la candidez llevada a la máxima expresión. Sus risas suenan como canticos en las aleluyas de los monasterios y de los templos que elevan las plegarias, pero que no reciben respuestas a sus ruegos, pero les dejan a los fieles la ilusión y el anhelo de suplir sus sueños.

Pero la más bella sonrisa, es aquella de la madre al ver a sus retoños cada día y al contemplar su obra dejada para que en ella se prolongue la existencia y sus genes lleguen a  nuevas vidas.

La sonrisa es la compensación a los dolores, a la fatiga y a la lucha inclemente, a la laboriosidad en nuestras vidas. Sin ella el mundo sería triste y acabaría muy pronto nuestras vidas, porque no habría compensación por nuestras obras, ni se reconocería con ella el cariño, el amor y la ternura.

La risa se convierte en risotada, como en aquel verso al payaso Garrid, cuando el poeta expresa con dolor en su obra - Reír Llorando -, que “hay que aprender a reír llorando y también a llorar a carcajadas”.


Envigado, septiembre 24 de 2015.

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