SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

16 de agosto de 2010

LA FUERZA VITAL

Porfirio Barba Jacob dice en su canción de la vida profunda que esta es clara, undívaga y abierta como un mar y que hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles, como en abril el campo tiembla de pasión. Esta es la expresión poética para su época. La realidad de un sentimiento plasmada en unos versos sublimes y dicientes del amor y de la vida.

El hombre como producto del amor y de la vida ha sido concebido desde una fuerza determinada por la teoría de polaridades, que algunas culturas la llaman el Ying y el Yang.

Empédocles es el primer filósofo que propone la existencia de fuerzas que actúan sobre la materia haciendo que la unan o la separen, y produzcan un movimiento. Estas fuerzas son el amor y el odio. El amor es la fuerza que junta unos elementos con otros para producir criaturas, para producir una nueva vida; y el odio tiende a separar los distintos elementos para rechazar la unión de polaridades y por lo tanto evitar una nueva vida.

La fuerza de atracción o de polaridades; no es un ser separado de la sustancia material de las cosas. Es la propiedad inseparable de la materia, que va unida a ella toda la eternidad. La idea de una fuerza que no estuviese unida a la materia, que vagase libremente por encima de ella, sería absurda. Los seres vivos engendran a otros seres como estrategia de perpetuación de la especie.

No hay fuerza sin materia; no hay materia sin fuerza. Imaginemos los átomos, o sea las porciones más pequeñas en que puede concebirse dividido un cuerpo; imaginémoslos despojados de materia, de fuerza, y sin esa relación de atracción y repulsión mutuas que los contiene y da a los cuerpos la forma y el aspecto que presentan. El hombre como materia, necesita utilizar su fuerza vital para la conservación de su especie. Es la ley primigenia o instintiva la que opera.

La atracción hombre – mujer como expresión de una polaridad y de una fuerza electromagnética. El magnetismo no puede ser transmitido, sino únicamente excitado, activado, para que pueda modificar su entorno y producir lo que se llama el campo magnético. Las fuerzas magnéticas son inherentes a las moléculas imantadas o polarizadas. Lo mismo ocurre en la materia que posee el hombre. La unión de la polaridad del hombre con la de la mujer.
Toda sociedad organizada, desde una tribu indígena hasta la más moderna metrópoli, necesita alimentarse de diferentes formas de energía para sobrevivir. La primera energía es la vital y esta es la que mueve al mundo. Luego viene todo el proceso de culturización humana. El hombre es la única especie viva capaz de controlar su instinto por la razón.
Los hombres requieren energía para la reproducción de sus células y el funcionamiento de sus órganos vitales, pero en cantidades y calidades bien definidas. Los hombres requieren utilizar su energía vital para la perpetuación de la vida en la tierra y como estrategia para la comprensión del universo.
La unidad fundamental de la vida se llama ADN y tiene la capacidad de producir una copia de si misma. Este proceso se denomina replicación y es la base de la herencia y del material genético. Se basa en la separación de las dos cadenas complementarias del ADN (molécula madre) y la formación de dos nuevas cadenas (moléculas hijas) que entran en contacto, cada una de las cuales es complementaria de cada una de las cadenas de la molécula madre.
El hombre ha logrado investigar que la energía vital es la consecuencia del código genético que incita a las especies vivas a lograr una copia de si mismas. Es el proceso de la naturaleza el que opera.

Somos el producto del amor, expresado como aquella fuerza que une las polaridades y somos el producto del odio, expresado como aquella fuerza que desune las polaridades. Nuestro código genético es quien rige nuestro comportamiento frente a la energía vital.

Sólo que el hombre es el único capaz de controlar el instinto vital con su razón. Aquí se inicia el proceso de cultura del hombre y de construcción del hombre social.

La racionalidad como una consecuencia del crecimiento de la civilización humana dentro de unos patrones de sobriedad, equilibrio y justicia en la vida de las personas mismas.

No hay comentarios: