SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

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6 de febrero de 2011

CIENCIA DE LA VIDA

La ciencia se estructura en lo que se llama el método científico cuyo soporte es la observación, la experimentación y la comprobación. La vida hace parte de la ciencia y ésta trata de comprenderla desde su observación y desde sus manifestaciones.

La comprobación de los actos del hombre es la determinante de su paso por el tiempo. La verdadera ciencia de la vida consiste en aprovechar al máximo el día presente, el día de hoy, olvidando el pasado y dejando en paz el futuro.

Hay personas que complican a diario su quehacer y cargan sacos pequeños de penas, trabajos y alegrías de un solo día, el día de hoy. Otras cargan un saco pesado, abrumador, el del pasado: son esas gentes que vuelven y vuelven a recordar las penas pasadas, los fracasos que tuvieron, las heridas que sufrieron. Se empeñan en rascar las heridas y así siempre están sangrando y nunca se curan.

El presente es el momento que registra la historia del hombre y hace parte de su libertad individual. La historicidad es, junto a la libertad, una de las características esenciales de la persona humana, de su modo de vivir. Esta instalación del hombre en el tiempo define su condición de vivo, concepto afectado de temporalidad. La vida del hombre parece tener un final que es la muerte.

El hombre pierde la esperanza cuando el futuro personal ha desaparecido porque ha dejado de ser interesante; la vida entonces se estanca y paraliza como aquellas películas antiguas de celuloide que al romperse dejaban proyectada en la pantalla la imagen fija del fotograma que había quedado atrapado.

La esperanza es, pues, el futuro anticipado en el presente, que dinamiza los resortes vitales ya que el hombre entiende que no cualquier modo de vivir es adecuado si quiere tener disponible el futuro que anhela. El futuro no es para él un regalo, ni un feliz hallazgo casual, ni un triste e ineludible destino, sino una tarea; el hombre es constructor de su propio futuro.

La ciencia de la vida está en el vivir mismo, es atreverse a inventar cada día la propia historia, la historia personal. Teniendo en cuenta también que nosotros nos jugamos mucho en ello: también a nosotros, nunca mejor dicho, nos va la vida en ello.

Vivir es aprender a hacer un uso lúcido y consciente de nuestra libertad. Para ello es condición previa una decisión: la de elegir la vida que se desea llevar, la decisión tener una vida propia, personal. Vivir es tener una historia que contar, y contarla: la vida humana tiene estructura argumental. Y siguiendo con la analogía de la vida como relato, habría que resaltar la importancia del estilo, del modo de contar esa historia.
Hoy estamos atentos a los movimientos, al devenir permanente de la vida, a la intensidad, el ritmo, el tono con que se desliza por nosotros la vida. Debemos impulsar nuestra vida a partir de la premisa: Bástale a cada día su afán. Así en realidad la vida consta de un solo día. Cada noche podríamos decir que nos morimos por unas horas cuando dormimos, para resucitar nuevamente al despertar por la mañana.
Lo único que tengo, lo único de lo que soy dueño, es de este día de hoy, por tanto lo voy a vivir y disfrutar como si fuera el único día que voy a tener. Un día es una vida entera en miniatura. Mira a este día porque es la vida, la mismísima vida de la vida.

En su breve curso están todas las verdades y realidades de la existencia, la bendición del desarrollo, la gloria de la acción, el esplendor de las realizaciones. Todos pueden vivir, pacientemente, de modo amable y sano hasta que el sol se ponga y esto es realmente lo que la vida significa.

No corras por la vida tan rápido que olvides, no solamente donde has estado sino hacia donde vas. La vida no se mide por los descansos que tomamos sino por los momentos que nos roban el aliento. Esta es la ciencia de la vida.

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