SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

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6 de febrero de 2011

TRASCENDER DEL HOMBRE

El ascenso del hombre, en su proceso histórico, está marcado por una lenta y paciente forma de evolución. Sus elementos constitutivos, primero fueron biológicos, y a través de su recorrido por el tiempo ha plasmado, en etapas sucesivas, su modo de ser actual.

Lo primero que manifiesta es su condición para el mantenimiento de su especie, su reproducción y su conservación. En el desarrollo de su integralidad hacia lo psíquico y lo social ha logrado construir cultura y civilización.

Articula entonces sus tres elementos constitutivos: lo biológico, lo psíquico y lo social y así llega a su misma comprensión holística. Hoy el hombre es un complejo de la naturaleza configurado por aciertos y desaciertos. Se dirige hacia un futuro incierto pero siempre busca una esperanza porque tiene hambre de elevación.

El vuelo que pretende realizar, al final de sus días, le da ilusiones y formas de combatir su angustia existencial. Dentro de sus congéneres apenas hace lo que de ellos aprende, pero sólo algunos logran escaparse de la manada. Son los que buscan elevarse y trepar las cumbres de la vida.

El miedo al hondazo de las crisis otea el horizonte humano y le produce nubarrones de incertidumbre y de queja. Los procesos que desarrolla durante la existencia se presentan como reacción a situaciones de adversidad.

El trascender del hombre se refiere al reto de ir más allá del límite de su existencia. Es su dimensión trascendental y es aquí en donde adquiere el sentido de ir allende lo natural tanto en el conocimiento como en la vida plena y cabal. Adquiere entonces un carácter de finalidad que ha de cumplirse como lo más importante, lo esencial, por lo que se convierte en el fundamento de la acción y el sentido de todo lo que hace.

Los hombres que tienen hambre de elevación buscan trascender, buscan pasar de un lugar a otro distinto pero de más categorización, es el ascenso de más alta calidad, a un lugar más sutil. Así logra subir de nivel, de estar en situaciones más altas y que además es de cualidad distinta a la que deja atrás.

Es el hombre el que tiene la capacidad de volar por el universo, de acercarlo en sus partes y de comprenderlo. Al trascender en su conciencia, trasciende en el mundo y en su misma sociedad. Debe configurar la dimensión de su existencia a partir de la práctica de combatir la mediocridad y la unidimensionalidad.
Ante lo temporal, el hombre puede asumir dos actitudes fundamentales: puede vivir en el tiempo y para el tiempo, o bien, puede vivir en el tiempo para el logro de su trascender universal.

No existe el hombre en abstracto, sino este o aquel humano que vive para el tiempo o que vive para la posteridad. Por lo demás, cada ser humano es inefable y el hombre existe como existe cada hombre en particular, con todas las diversas modalidades.

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