SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

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6 de febrero de 2011

LA ACCION DEL HOMO

En el paso por la vida se recoge lo que se siembra. La acción humana es la condición determinante del trascender del hombre, y en todo momento sus manifestaciones producen un efecto que es posible evaluar. Frente a una actitud de bondad transmite generosamente lo que recibe. Es capaz de remediar la sequía producida por la tormenta humana que vive en función de hacer el daño.

El hombre se hace consciente de realizar una conducta y lo hace, desde su voluntad, cuando la transforma en actuación que pretende alcanzar precisos fines y objetivos. La acción del Homo es una respuesta consciente del ego ante los estímulos y las circunstancias del ambiente; es una reflexiva acomodación a aquella disposición del universo que está influyendo en su misma vida.

A veces se me ocurre pensar que el hombre cada vez se parece más a estos relojes de cuerda que andan sin saber por qué. Cada vez que se engendra un hombre y se le hace venir al mundo, se da cuerda de nuevo al reloj de la vida humana, para que se repita una vez más la necesidad de construir un mundo mejor, lejos de enajenaciones y de dañinas intenciones.

La naturaleza del ser humano se apuntala en su cultura y a través de ésta se desarrolla a sí mismo. En su medio cotidiano busca transformar la naturaleza y para ello requiere convivir o interactuar con sus semejantes. Así participa en la configuración del mundo.

La acción del homo es toda actividad emprendida por un humano con miras a un fin, el encuentro de un resultado práctico. Aristóteles determina una actividad muy propia del hombre: la teorética o contemplativa, la que se dirige al conocimiento, no a la acción. La vida teorética, la vida contemplativa, es la más feliz y su virtud, la sabiduría, la máxima virtud. De todos modos una vida puramente contemplativa no es dable al hombre, quien se encuentra siempre requerido por cuestiones mundanas, lo que no impide que dicha vida permanezca como un ideal y ni que intentemos vivir según lo mejor que hay en nosotros.

Sí le queda al hombre el afán de buscar un camino que le permita comprender su propia existencia y la de los demás con el fin de articular procesos de conducción humana en aras del progreso social.

La acción del homo, en el momento actual, esta determinada por el desarrollo científico y tecnológico, que la circunscriben y la moldean, haciendo de aquella algo que se puede manipular. Entonces el hombre es un objeto que se puede manejar desde los intereses de la ciencia y la tecnología.

Sólo cuando se es consciente de esta situación el ser humano puede soltar aquellas ataduras que le impiden su recto uso de decisión y su capacidad de creación de ambientes propios que le produzcan felicidad.

Somos frágiles ante el actuar, somos débiles ante el mundo de la técnica, somos instrumentos de los procesos que se estructuran en intereses particulares. Es el momento de tomar conciencia para que la acción del homo sea propia y no dependiente de formas mezquinas de comportamiento que sólo engendran incertidumbre en la vida que nos corresponde.

Vale la pena combatir las estructuras que se tejen para la manipulación de nuestra mente y para el sometimiento ante intereses oscuros que comprometen la existencia misma de la sociedad mundial.

La acción del homo debe ser la huella digital del pensamiento humano, estructurada en la valentía en el actuar y en la decisión propia.

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