SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

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13 de enero de 2012

NEUROÉTICA Y NEUROPOLÍTICA. SUGERENCIAS PARA LA EDUCACIÓN MORAL

Adela Cortina (1947) es una de nuestras pensadoras actuales de mayor solidez intelectual. Catedrática de Ética y Filosofía Política, directora de la Fundación Étnor y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, ha publicado títulos tan destacados como Ética de la razón cordial y Las fronteras de la persona. El presente volumen, en la estela de los anteriores, continúa discutiendo cuestiones de ética y moral. Versa sobre dos novísimas ciencias humanas: la neuroética y la neuropolítica; qué son, qué problemas suscitan y cómo afectarán sus descubrimientos a la moralidad de la humanidad futura lo explica la autora con el rigor expositivo, la empatía psicológica y la mesura que la caracterizan como filósofa.

Si en el siglo XX cobró auge la genética, al inicio del XXI destacan las neurociencias: las disciplinas que estudian el cerebro y postulan que gracias a los nuevos conocimientos sabremos más de nosotros mismos. Pero las neurociencias, envanecidas con su propio saber, suelen declarar obsoletos saberes anteriores avalados ya por presupuestos ontológicos emocionales, ya por la vieja y simple razón. Entienden que nuestros saberes -desde la psicología hasta la economía- tienen bases cerebrales; lo mismo que nuestros juicios y obligaciones morales, incluso nuestros prejuicios e ilusiones.

La neuroética desempeñaría el papel de árbitro en el campo de las neurociencias, y se pregunta, por ejemplo, si de verdad habría que revisar nuestros imperativos morales al considerarlos dependientes de estímulos cerebrales. Las cuestiones de las que se ocupa no son baladíes: ¿Es nuestro sentido del bien y del mal algo connatural al ser humano? ¿Las buenas y las malas acciones, lo que consideramos moral e inmoral, está ya condicionado en el cerebro humano por ciertas sensaciones de placer o displacer? En suma, ¿del "es" cerebral se sigue un "debe" moral? ¿Existirá en el futuro una ética universal cifrada sólo en la lectura de los mapas cerebrales, comunes a cualquier ser humano civilizado?

Por su parte, la neuropolítica se plantea cuestiones tales como si "el mejor sistema de gobierno posible", la democracia, es la forma política exigida por nuestras bases cerebrales; si tales elementos nos preparan de manera innata para asumir unas formas políticas antes que otras, o si ello es fruto de la experiencia y el aprendizaje. Asimismo se cuestiona si los electores son libres para elegir a sus gobiernos. A raíz de cuestión tan espinosa, Adela Cortina reserva los últimos capítulos del libro para discutir diversas teorías modernas acerca de la libertad, el eterno conflicto sobre el determinismo de la voluntad.

¿Hasta qué punto somos libres para decidir y responder de nuestras acciones? Con todo, al sentido común no le cabe duda de que el ser humano es libre y responsable de sus actos; ni tampoco tendrá que dudarlo la educación cívica, que debería desempeñar un papel insustituible en nuestras sociedades modernas; proclamar la dignidad del ser humano y la universalidad de los inviolables derechos que lo amparan sería su principal tarea; que el fundamento de tales derechos pueda sustentarse sobre pilares ontológicos o neurológicos, apelando a viejas o nuevas éticas, en nada exime de su defensa y difusión.

LUIS FERNANDO MORENO CLAROS
http://www.elpais.com/articulo/portada/Neuroetica/neuropolitica/Sugerencias/educacion/moral/elpepuculbab/201

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