SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

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18 de noviembre de 2011

ORIGEN DEL PENSAMIENTO


Para comprender el origen del proceso del pensamiento es necesario partir del concepto del binomio hombre-tierra. Primero fue el hombre como producto de la manifestación del impacto que le producía su medio ambiente o entorno. La expresión de los impactos lo llevó a desarrollar lenguajes y símbolos que le permitieran comunicar sus experiencias con la tierra misma.

Las vivencias del binomio hombre-tierra representaron el fundamento a la primera forma de conocimiento, el sensorial. El hombre primitivo trató de explicarse los fenómenos naturales a través de sus sentidos. Por medio de la observación de los hechos sacó conclusiones que le fueron valederas para su época.

Hubo un día en que la materia tomó conciencia de sí misma y fue en ese en donde el hombre empezó a relacionar los fenómenos de su mundo alrededor. La magnitud de su universo circundante le produjo asombro y admiración. Sintió el deseo de dedicar su capacidad incipiente en conocer todo su entorno y desarrolló estrategias de conocimiento como los enunciados.

El hombre empezó a pensar y a relacionar por obra del asombro o admiración que las cosas a su alrededor le producían. Por medio de expresiones fantásticas plasmó su realidad. En su forma primitiva dio rienda suelta a su sentimiento y a su instinto. Todavía no tenía el rasgo de razón en forma fehaciente.

Aparece el mito como una forma de explicarse aquella realidad del binomio hombre-tierra y de ésta con la realidad universal. La mitología está conformada por el conjunto de relatos o vivencias fabulosas, conjugadas con expresiones fantásticas, que direccionaron al hombre en su estado inicial de cabeza pensante.

La fragilidad del hombre frente a los impactos de su entorno le produjo una mentalidad pesimista y temerosa. Fue así como se dedicó a fabricar instancias superiores en diferentes niveles jerárquicos y les atribuyó poderes y voluntad. Aparecieron los dioses personificados, representando fuerzas físicas y con capacidad de gobernar y ejercer autoridad. Estos dioses imponen temor y exigen tributo. Pero también premian a los que le son fieles.

El hombre en su ascenso a la fase racional decidió someter su sobrevivencia a sus propias capacidades. Así empezó la construcción de su gran civilización humana. Una magna obra plagada de aciertos y desaciertos. Hoy al comienzo del nuevo siglo, deberá hacer una reflexión que le permita edificar una sociedad más justa, fundamentada en la solidaridad y el respeto a las personas y en el reconocimiento de la diferencia.

Es el reto que todos tenemos. Trabajemos de la mano hacia él.

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