SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

22 de diciembre de 2010

LA OTRA TIERRA

Hoy, el hombre se halla sumido en un profundo afán de buscar un sitio alterno en el cosmos para la conservación de la vida de la tierra. En su progreso científico hasta el confín del universo ha encontrado un planeta que ha sido llamado Gliese 581 g, la otra tierra, porque gira alrededor de una estrella o sol llamada así. Su tamaño es unas 3 a 4 veces más grande que la tierra. Las mediciones realizadas apuntan a que tiene la misma fuerza de gravedad y temperaturas de la tierra, lo que hace posible la vida allí.

La otra tierra se encuentra a 20 años luz de distancia o sea a unos 190 billones de kilómetros. Un año luz es la distancia que recorre la luz en un año, andando a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo. La distancia media entre nuestra madre tierra y Marte es de 225 millones de kilómetros.

El largo camino hasta Marte comienza a acortarse. El desarrollo de cohetes impulsados por motores de plasma, actualmente en fase de pruebas, permitirá reducir la duración de la travesía espacial de seis meses a sólo 39 días. Un recorte tan sensible de esta aventura espacial significaría que los astronautas pasarían menos tiempo expuestos a radiación, además de minimizar la pérdida de masa ósea y muscular, así como las alteraciones circulatorias provocadas por largos periodos en condiciones de ingravidez.

El viaje a la otra tierra con la tecnología actual tardaría unos 90.000 años. La grandeza de las distancias del universo apenas cabe en el cerebro de los humanos. En el momento estamos recibiendo la luz de soles o estrellas desaparecidas o muertas hace millones de años. Lo que hoy para nosotros es una realidad presente, para el comportamiento del universo es un pasado plasmado en el vacío o en la nada.

En la finitud de nuestro tiempo podemos registrar realidades inmediatas, más no realidades futuras determinadas por el proceso de expansión del universo.

Si el hombre ha encontrado la posibilidad de un nuevo sitio de habitación en el vasto océano cósmico, tendrá el reto para llegar allí, de acelerar sus naves espaciales a velocidades que cada vez se aproximen más a la velocidad de la luz. Para ello debe responderse la pregunta cómo afectará este largo viaje el cerebro humano y el equilibrio de sus sistemas orgánicos.

De acuerdo con la descripción convencional de la teoría de la relatividad de Einstein las partículas materiales al moverse a través del espacio-tiempo se mueven hacia delante en el tiempo (hacia el futuro) y hacia un lado u otro del espacio. El hecho de que la energía total y la masa sean positivas está relacionado con el hecho de que las partículas se muevan hacia el futuro.

Un aspecto comprobado de la teoría de la relatividad es que viajar a velocidades cercanas a la velocidad de la luz ocasiona una dilatación del tiempo, por la cual el tiempo de un individuo que viaja a esa velocidad corre más lentamente. Desde la perspectiva del viajero, el tiempo "externo" parece fluir más rápidamente, causando que el viajero llegue a un lugar más adelante en el futuro. Sin embargo, este fenómeno en sí mismo, no es lo que suele denominarse como viaje a través del tiempo.

Gracias a Einstein, sabemos que el espacio y el tiempo son más o menos lo mismo: el espacio-tiempo. Si nos movemos lo suficiente rápido a través del espacio, también podemos avanzar en el tiempo. Funciona así: viajar a velocidades cercanas a la velocidad de la luz ocasiona una dilatación del tiempo, que significa que el tiempo transcurre más lentamente para ti que para otras personas.

Así que si dejas la Tierra cuando tienes 25 años, y viajes a un 99,5 por ciento de la velocidad de la luz, cuando regreses a casa después de cinco años tendrás unos 30 años. Lo extraño es que todos tus amigos tendrán 65 años de edad. Así que este tipo de viaje es un poco más como inmortalidad que un viaje a través del tiempo como lo solemos entender.

Será que el hombre en su viaje de 90.000 años a la otra tierra alcanzará a llegar joven para poder disfrutar de su belleza y armonía, o lo suficientemente viejo para entregar y sepultar todo su cuerpo material y energético a este incógnito planeta?

Somos materia y energía y estamos sometidos a las leyes del universo. La majestuosidad del gran océano cósmico nos genera dudas y temores. Sus manifestaciones violentas hacen débil el acto humano. Sólo nos queda llegar a ser sobrevivientes a las formas de comportamiento del universo al cual pertenecemos.

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