SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

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19 de marzo de 2008

BIOETICA

LA BIOETICA Y EL HOMBRE

En el momento actual, el hombre de la calle y los medios de comunicación utilizan continuamente la palabra "bioética" en relación con la valoración ética del progreso de la Biología y la Medicina, muy especialmente debido al avance de la Genética y del Genoma y sus aplicaciones en el ser humano, las plantas y los animales.

Fue el científico y humanista norteamericano Van Rensselaer Potter quien utilizó el término bioética (bioethics) por vez primera. Bioética de: bios = vida, ethos = ética, costumbre. Es considerado el padre de la Bioética en el sentido de que fue él quien propuso por vez primera el término aplicado a una nueva "ciencia de la supervivencia”.

La primera vez que utilizó Potter el término "bioética" (bioethics) fue en un artículo aparecido a finales de 1970 y poco tiempo después, en enero de 1971, Potter publicó el primer libro de la historia que llevaba por título el término bioética con el propósito de "contribuir al futuro de la especie humana promocionando la formación de una nueva disciplina: la BIOÉTICA". Potter justificaba su esfuerzo en el prefacio de la obra diciendo:

"Hay dos culturas -ciencias y humanidades- que parecen incapaces de hablarse una a la otra y si ésta es parte de la razón de que el futuro de la humanidad sea incierto, entonces posiblemente podríamos construir un 'puente hacia el futuro' [que es el subtítulo de la obra] construyendo la disciplina de la Bioética como un puente entre las dos culturas. [...] Los valores éticos no pueden ser separados de los hechos biológicos."

Más adelante decía:

"La humanidad necesita urgentemente de una nueva sabiduría que le proporcione el 'conocimiento de cómo usar el conocimiento' para la supervivencia del hombre y la mejora de la calidad de vida."

Para esta nueva ciencia, construida sobre la propia Biología e incluyendo además la mayoría de los elementos esenciales de las ciencias sociales y humanísticas, incluyendo la Filosofía, propuso Potter el nombre de BIOÉTICA para resaltar los dos elementos más importantes: el conocimiento biológico (bios) y los valores humanos (ethos).

La Bioética representa la afirmación de dos conclusiones: en primer lugar, que la supervivencia de un futuro a largo plazo se reduce a una cuestión de bioética, no de una ética tradicional; en segundo lugar, que para ese futuro a largo plazo había que inventar y desarrollar una política bioética ya que la ética tradicional se refiere a la interacción entre personas, mientras que la bioética implica la interacción entre personas y sistemas biológicos.

Necesitamos de una Ética de la Tierra, de una Ética de la Vida Salvaje, de una Ética de Población, de una Ética de Consumo, de una Ética Urbana, de una Ética Internacional, de una Ética Geriátrica, etcétera. Todos estos problemas requieren acciones basadas en valores y en hechos biológicos. Todos ellos incluyen la Bioética y la supervivencia del ecosistema total constituye la prueba del valor del sistema.

La Bioética consiste, por tanto, en el diálogo interdisciplinar entre vida (bios) y valores morales (ethos); es decir, trata de hacer juicios de valor sobre los hechos biológicos, en el sentido más amplio del término, y obrar en consecuencia, tal como se indica en el esquema adjunto:

El soporte científico de la bioética

La bioética actual nació con los experimentos biológicos realizados por los científicos en las diferentes áreas del saber. La eutanasia, el aborto, la esterilización, las experimentaciones científicas con seres humanos con vistas a conseguir la calidad de vida, son prácticas que se discuten y eventualmente se realizan legalmente en el ámbito académico y marco institucional de la bioética contemporánea.

El hombre del siglo xx tuvo la urgencia de salir al paso de tales abusos realizados con aquellas prácticas o experimentaciones científicas. Recordando aquellos principios de ética universal capaces de garantizar el respeto a la vida y a la dignidad humana de todos los hombres y mujeres en todas las circunstancias, lo mismo en la paz que en la guerra, de personas libres o sin libertad. Así nació la Declaración Universal del Hombre de 1948, a la que siguió la Convención de Salvaguarda de los derechos del hombre y de las libertades fundamentales de 1950.

Hacia la primera mitad del Siglo XX se descubrieron los antibióticos y se perfeccionaron notablemente las técnicas quirúrgicas. Durante la década de los años cincuentas se desarrollaron los anticonceptivos químicos, que dieron lugar a un cambio radical del ejercicio tradicional de la sexualidad humana, hasta el punto de poderse hablar durante la década de los años sesenta de una verdadera revolución sexual. Por aquella época de los años cincuenta se consolidaron igualmente las técnicas de reanimación de personas hasta entonces condenadas a morir sin remedio a causa de accidentes de diversa naturaleza. Empieza a plantearse el problema de la reactivación de vidas al borde de la muerte segura y de la prolongación clínica de aquellas otras en estado terminal. La rehabilitación por reanimación empieza a contrarrestarse con las perspectivas de la eutanasia activa indolora.

En 1959 nació gloriosamente el primer niño belga concebido por inseminación artificial simple. Los veinte años siguientes se caracterizaron por la lucha febril contra la esterilidad femenina, que culminó en 1978 con un acontecimiento feliz único en la historia de la civilización por nosotros conocida: el nacimiento de una niña mediante inseminación in vitro con transferencia de embrión. Con este acontecimiento se abrió una nueva era para la reproducción humana, conocida ya como la era de la procreática.

A todo esto hay que añadir el desarrollo de las técnicas destinadas a los transplantes de órganos y tejidos humanos. Últimamente se ha disparado la ingeniería genética, con la que se trata de controlar a todo ser humana partiendo del mapeo y la eventual manipulación de los genes. Todas las maravillas y barbaridades posibles o imaginables de cara al futuro en este campo están contempladas en el ya celebre proyecto genoma humano, cuyo objetivo inmediato consiste en llegar al control radical de nuestro código genético personal.

Se trata de tocar directamente el valor ético fundamental, que es la vida humana en el momento preciso en que es encendida. Así las cosas, puede decirse que la humanidad ha entrado en una fase inaudita de su historia sobre la tierra. No tenemos constancia de que en el pasado se haya llegado a estar tan cerca de la frontera entre la nada, la vida y la muerte del hombre.

Todo parece indicar que la ética debe recordar los límites naturales de la experimentación científica, sobre todo con seres humanos. Nos va en ello el futuro del hombre. Las leyes reguladoras de las prácticas biomédicas se han multiplicado por doquier, pero hay que pasarlas por el tribunal de una ética objetivamente crítica más allá de los consensos arbitrarios en los que suelen fundamentarse.

El conocimiento científico deriva en dominio y manipulación de la vida humana y las leyes tienden a legitimar todo lo que técnicamente es factible alegando pretextos de corte social. Los estudiosos más objetivos e imparciales están de acuerdo en exigir un mayor respeto para la ética en estos asuntos y que se defina el campo de acción propio de la bioética como nueva disciplina dentro del contexto de la ética racional y de la teología moral.

Los datos científicos más decisivos para la fundamentación de la bioética, centrada en la vida humana, se refieren al desarrollo de la biología celular y manipulaciones técnicas del embrión humano para fines pro creativos, terapéuticos o de mera investigación científica con sus correspondientes implicaciones comerciales y políticas.

Es el ámbito de la manipulación genética y de las técnicas de reproducción humana de laboratorio, a las que se suman las técnicas anticonceptivas, castrativas, abortivas y eugenésicas. Para el ocaso de la vida se han desarrollado las técnicas de rehabilitación y mantenimiento, así como las relativas a la eutanasia asistida y el suicidio sin olvidar las técnicas de experimentación psicológica y trasplantación de órganos humanos, crío conservación de embriones y clonación física. Con el genoma humano y su eventual control social la bioética alcanzará el clímax de fundamentación científica con sus correspondientes repercusiones en la estructura social y profesional de las ciencias y profesiones de la salud, desde la farmacología hasta la organización de las instituciones sanitarias.

Declaración Universal sobre el Genoma y Derechos Humanos

La 29 Asamblea General de la UNESCO aprobó, el 11 de noviembre de 1997, la presente Declaración como instrumento jurídico para la protección del genoma humano, declarándolo común de la humanidad.

Por una parte, reconoce que las investigaciones sobre el genoma humano y sus aplicaciones abren muchas perspectivas de mejora de la salud. Por otra, pide que en la puesta en práctica de este magno proyecto se respeten plenamente la dignidad, la libertad y los derecho de la persona humana. En consecuencia, se prohibirá toda forma de discriminación fundada en las características genéticas. He aquí en síntesis las afirmaciones más destacables del documento:

-Dignidad humana y genoma humano. El genoma humano es la base de la unidad fundamental de todos los miembros de la familia humana y del reconocimiento de su dignidad y diversidad intrínsecas. En sentido simbólico el genoma humano es el patrimonio de la humanidad.

Esta dignidad impone que no se reduzca a los individuos a sus características genéticas y que se respete su carácter único y su diversidad. Por otra parte, el genoma humano en su estado natural no puede dar lugar a beneficios pecuniarios.

-Derechos de las personas interesadas. Para cualquier investigación o diagnóstico en relación con el genoma humano se requiere el consentimiento previo, libre e informado de la persona interesada, o de quien haga legítimamente sus veces. En cualquier caso, sólo se podrá efectuar una investigación sobre el genoma de una persona a condición de que obtenga un beneficio directo para la salud. Por lo demás, nadie podrá ser objeto de discriminaciones fundadas en sus características genéticas. Se protegerá la confidencialidad de los datos genéticos y se repararán los daños eventualmente causados con motivo de intervenciones imprudentes sobre el genoma.

-Investigaciones sobre el genoma humano. No deben permitirse prácticas contrarias a la dignidad humana como la clonación con fines de reproducción de seres humanos. Las investigaciones sobre el genoma humano deben orientarse a aliviar el sufrimiento y mejorar la salud del individuo y de toda la humanidad.

-Condiciones del ejercicio de la actividad científica. En nombre de la ética, a los investigadores sobre el genoma humano se les exige rigor científico, prudencia, probidad intelectual e integridad moral. Todo ello para que los principios de la presente Declaración sean una garantía de respeto de los derecho humanos, las libertades fundamentales, la dignidad humana y la salud pública. Para ello recomienda la promoción de comités de ética que sean independientes, pluridisciplinares y pluralistas.

Consideraciones éticas

Después de todo lo dicho hasta aquí, la conclusión ética ineludible es la siguiente. Toda intervención sobre la vida humana, aplicando técnicas biomédicas avanzadas, que tenga por fin salvar la vida, curar enfermedades o simplemente mejorar la calidad eventualmente precaria de alguna vida humana, está éticamente justifica y, en circunstancias relativamente normales, puede ser hasta obligatoria.

Por el contrario, las prácticas manipulatorias descritas son objetivamente inmorales en la medida en que su aplicación lleva consigo la destrucción o trato indebido de embriones humanos, el aborto provocado bajo cualquier pretexto (terapéutico, eugenésico), la eutanasia, el suicidio, la mutación no terapéutica del código genético y todo tratamiento degradante de la dignidad humana en el trato de los enfermos, ancianos y disminuidos físicos o mentales.

La secuenciación y mapeo del genoma humano abre la puerta al diagnostico prenatal como camino para llegar a tiro fijo a las deficiencias somáticas consumadas en los embriones y, además, a la raíz misma de las predisposiciones genéticas responsables del buen número de enfermedades hereditarias. El problema ético está principalmente en los riesgos de esa terapia cuando todavía la tecnología no está desarrollada. Habrá que seguir experimentando en los animales antes de aplicar estas tecnologías a los pacientes humanos.

En primer lugar es éticamente inaceptable el recurso a la ingeniería genética para manipular el genoma humano con vistas a alterar la unidad de la especie humana, violando así el misterio inalienable de las personas.

Otro motivo de preocupación es que puede quedar totalmente al descubierto nuestra intimidad biológica. Lo mismo que ahora nos pide un documento de identidad con algunos datos personales de control, en el futuro podría pedirnos los datos de nuestro genoma para aceptarnos o rechazarnos en el mercado laboral, por ejemplo.

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