SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

19 de marzo de 2008

ETICA POLITICA

LA ÉTICA POLÍTICA. CONCEPTOS

La política es el conjunto de las actividades con que se gobierna un estado y de los procedimientos gubernativos con que se tiende a alcanzar su verdadero objetivo. Es el modo de dirigir los asuntos del Estado. También puede hablarse, dentro de un contexto más general, del conjunto de procedimientos o de formas de actuar de una persona, grupo o empresa, encaminadas a conseguir un determinado fin; esto involucra el comportamiento prudente y hábil para conseguirlo.

La actividad estatal debe obedecer a los principios de honradez, respeto, lealtad y justicia social. Se fundamenta en la crítica hacia la verdad. La honradez es producto de la incapacidad de robar, estafar o defraudar, exige el ser escrupuloso en el cumplimiento del deber. Requiere eficiencia.

La honradez orienta hacia lo honesto y lo decente, permite que lo ejecutado sea moralmente benéfico para la comúnidad. Lo honesto se circunscribe a lo que exige el pudor y la exigencia del bien común. La decencia está determinada por el respeto exterior a las buenas costumbres o a la conveniencia social.

El individuo político debe ser educado en la honradez y la decencia. Se le debe inculcar el respeto moral que le impida avergonzar o herir la sensibilidad ajena. Es el camino hacia la verdad y a la construcción del espacio que todos deseamos.

El individuo político debe sustentar su ejercicio sobre el deber de asumir tareas que no estén en entredicho social. Le está vetado irse en contra del orden aceptado socialmente. Debe propender por romper la convivencia con aquellos aliados que cargan el peor de los fardos, y con los que comprometen la integridad moral del grupo social que representan.

La lealtad no es zalamería. La lealtad se construye sobre la base de la sinceridad y la verdad, no sobre la traición y el engaño. La ayuda leal es benéfica para el desarrollo de las instituciones. Se le puede agregar un valor, el de la nobleza, entendida ésta como magnanimidad (grandeza de ánimo) o sentimientos elevados en aras del bien común. La zalamería es producto de acciónes de los individuos, que demuestran afectos y lealtad supuestos, hacia otros que se mueven en escalas superiores, fundamentados en un falso servilismo que genera contradicciones en la comúnidad y falsas expectativas en aquellos que las reciben.

La zalamería es de los oportunistas que ponen toda su condición humana al servicio de los más poderosos, pero con menos credibilidad como líderes. No puede confundirse aquella como la mejor estrategia de obtener utilidades personales o de hacer el bien. Es el facilismo disfrazado de una supuesta capacidad de gestión.

La sociedad civil defiende una normalidad jurídica y acepta incondicionalmente una estructura de manejo de la cosa pública, mientras entienda que se hace con la más buena fe. La comúnidad tiene la capacidad de medir el acto político, su dimensión hacia lo benéfico para la comúnidad o para el individuo mismo que lo realiza. A la sociedad no se le puede vencer o ablandar su línea de conducta.

Todo intento de sometimiento con argucias (falsos argumentos) subrepticias (que se hace a escondidas) tiende al endurecimiento social y la reacción final es de descontento que se manifiesta a través de la denuncia pública.

El estado no puede propender por el doble acciónar en su manejo. Todo ardid que se ponga en marcha para desvirtuar una mala acción es un atentado contra la credibilidad pública y a todos aquellos que lo hacen hay que acusarlos en aras de la moralidad política. El ardid es la trampa o la estratagema para engañar a alguien con el fin de conseguir algo o colocar al engañado en una situación comprometida o difícil. Es la utilización y manipulación de la capacidad propia de decisión del individuo.

El respeto del individuo por el Estado a que pertenece y el respeto del Estado por el individuo que lo conforma representa un símbolo de vida, una opción de vida y de progreso. En la medida que se desarrolla el concepto anterior se dinamiza el dualismo Individuo-Estado. No pueden subsistir en forma separada.

El dualismo individuo-estado se desarrolla con base en los principios de: poder, justicia, legalidad y orden.

El poder se construye a partir de unidades fundamentales de credibilidad. La credibilidad se gana a través de acciónes correctas que generen beneficios comúnes. La aplicación permanente de conocimiento, en forma racional, es pilar para el ganar credibilidad. Cuanto más se cree en el dirigente, más poder se le otorga. El hombre que se hace merecer se le cree y se le consulta, al zalamero o al tramposo se le aisla.

La justicia se logra dando a cada uno lo que le corresponde, lo que le pertenece. El desarrollo de la justicia es un proceso histórico. Corresponde a la concepción que cada época o civilización tiene del bien común. La justicia emana de la sociedad misma, políticamente organizada. En la administración de la justicia debe erradicarse la mentira y la ambigüedad de los conceptos. Se requiere la precisión y la certeza. Es la búsqueda de la armonía después del análisis.

La lealtad fija en el dualismo individuo-estado las bases para el compromiso mutuo, para avanzar hacia el progreso y para poner todos los medios para el alcance de un mejor estado de cosas. La lealtad exige el cumplir y el defender, permite la entrega de toda la capacidad de gestión en función del bien común. Quien es leal se gratifica.

El orden somete al individuo y al estado mismo a una organización de las acciónes y procedimientos que le ayuden a la búsqueda de la estrategia para el disfrute de la realidad.

El orden exige una disposición regular de las cosas, unas en relación a las otras, en el espacio o en el tiempo según determinado criterio. El criterio se fundamenta en la complejidad de las necesidades que determinan la angustia y la insatisfacción del dualismo en mención.

El orden implica normatividad, tranquilidad en los grupos sociales que conforman el estado, regularidad, método, falta de excesos en el comportamiento habitual.

Generalmente la acción del hombre ha interferido en el orden del estado, dando lugar a NÚMEROsos desequilibrios. Aquel que no actúa con sinceridad y ética, genera elementos para el desbarajuste social. El individuo y el estado deben tener la disciplina social para el cumplimiento de su deber.

La acción insana interfiere con el desarrollo social, genera la tendencia a la confusión y al autoritarismo. La confusión produce la predisposición a tomar o hacer que alguien tome erróneamente una cosa por otra. El estado debe construirse sobre una conciencia cierta y transparente en su acción, no debe dar lugar a la perturbación y el desorden. Su oportuna intervención permite la verdad a través de la claridad en los procedimientos.

Cuanto mayor sea el esfuerzo por esclarecer los acontecimientos, más aptitud ética se logra. La confusión distorsiona el objetivo de la ética política.

PAPEL DEL CIUDADANO EN LA TRANSPARENCIA DEL SISTEMA POLÍTICO

El dualismo individuo-estado deberá fortalecerse sobre los conceptos de humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, voluntariedad, unidad y universalidad. Debe procurar por la transformación de la manera de hacer política a través del discurso y de la discusión ideológica.

El individuo político que participa del desarrollo del Estado debe propender por testimonios demostrativos que le permitan ganar credibilidad, en la base social que representa, por medio de acciónes que lo caractericen como dispuesto a participar en la búsqueda del bien común y no a la captación de beneficios burocráticos, por su excesiva influencia.

Si aquello no es así, se degrada el principio de autoridad y se desnaturaliza el estado de derecho en cuanto a la conjunción de condiciones morales, liderazgo, necesidades públicas y conciencia colectiva.

Los estados viven una permanente realidad: Conocen los problemás que los aquejan pero no los afrontan. Generalmente prima el interés particular sobre el público y ello determina desánimo y desestímulo en la sociedad. Se pierde el concepto de colectividad y se fortalece una voluntad enfermiza individual.

Dicha voluntad trasciende todas las esferas de la actividad de los estados y permite el continuismo en el dejar hacer, en la permisividad y en la flexibilidad de los actos administrativo-políticos, con el consecuente deterioro de la credibilidad estatal.

Existe el mecanismo de imponer el reconocimiento a quien hace el bien. La gente misma evalúa el desempeño y le reconoce su acto de bondad. El reconocimiento es producto de la entereza, y se basa en la determinación de la capacidad innovadora, dentro de los cánones sociales, y de la lucidez para enfrentar el cambio.

La actitud del individuo político frente al desarrollo del Estado debe estar orientada a confrontar el valor de la polémica con el valor de la comprensión. El resultado debe plasmarse con solidez ante la opinión pública. La actitud no puede estar influida por lo que le dicte una única estructura de poder.

La sociedad rehusa la orientación de respuestas según una brújula amañada, exige la imparcialidad y la justicia en la solución de sus necesidades. El sectarismo ideológico, entendido éste como el intolerante fanático partidario de una doctrina o secta de carácter político produce ideas que atrasan el desarrollo social y alimentan su ego y su afán de codicia.

El sectarismo en un grupo político produce adeptos que fundamentan su respaldo en los beneficios que espera recibir. El sectario habla con vehemencia y respalda su verdad en acciónes ambiguas y acomodaticias que le permitan salir avante en caso de enfrentar responsabilidades. Pero tiene una responsabilidad directa por el error que cometa.

La doctrina del sectario se fundamenta en una estructura que le permite comodidad y desarrollo de sus potencialidades individuales con detrimento de sus seguidores. A través de la doctrina el sectario busca inhibir el pensar y el actuar de sus adeptos con el fin de someterlos a sus afanes y objetivos.

Todo individuo político, todo grupo político tiene el compromiso, con las generaciones que representa, de entregar su potencialidad en aras de la solución de las necesidades que las aqueja. El trabajo deber realizarse sin distingo de ninguna clase y mirando solamente el bien de la colectividad. No debe temerse o rechasarse la verdad por dura que ella parezca.

No es ético sesgar las acciónes y comportamientos con el fin de favorecer a algunos, sometidos en forma irrestricta al mandato del dirigente de turno.

Los factores que lesionan y constriñan la acción ciudadana no tienen aceptación moral porque se está coartando la libertad de expresión y de gestión, con el consecuente desmejoramiento de la estructura de credibilidad en las instituciones. La acción política no puede invalidar la contundente decisión de una comúnidad. Esta constituye la base del mandato de un Estado. Su manipulación es una falta contra la ética política y contra la ética ciudadana.

Aquellos factores son la simiente de la corrupción, encargada de alterar y echar a perder el orden social establecido. La corrupción permite el soborno de funcionarios públicos, la compra de votos, el abuso en los niños, tráfico de influencias, tráfico ilegal, viajes al exterior, la imagen pública, el derroche institucional.

La ineficacia de las instituciones. El manejo de los mandos medios. El poder de decisión orientado y con intereses en favor de otros. El partidismo como fuente de enemistad. El odio político. El engaño en la acción estatal. El lavado de dinero. El contrabando. Consecuencias penales. La dependencia socioeconómica. La aplicación del doble valor en un juicio.

No hay comentarios: