SOMOS POLVO DE ESTRELLAS

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19 de marzo de 2008

T4 CONCEPTO DE HOMBRE

EL HOMBRE. EL PROBLEMA DEL HOMBRE. CONCEPTO DE HOMBRE. LA MORAL COMO IDEA DEL HOMBRE

Uno de aspectos más interesantes de la evolución es el conocimiento de nosotros mismos y de nuestros orígenes. El hombre forma parte del fenómeno evolutivo y representa la consecuencia de las revoluciones adaptativas en todo su proceso de desarrollo histórico. La civilización y la cultura tienen un componente fundamental en le evolución orgánica del hombre. La evolución cultural tiene sus raíces en la capacidad que tenemos para entender y trasmitir símbolos que forman la base de nuestra cultura.
Eso sí, en ningún momento debemos olvidar que como seres humanos formamos parte del Universo como cualquier otra especie. Que si bien las adaptaciones actuales nos capacitan para manejar nuestro ambiente en forma muy ingeniosa, ello no nos aleja más de otros organismos que la habilidad que tienen las abejas para encontrar áreas con flores y transmitir esa información a sus congéneres. Como ellas gozamos de ciertas habilidades, pero finalmente ambas convivimos en esta tierra y por tanto no somos distintos.
Un aspecto del ser humano que está ausente en los animales es la conciencia que tenemos de nuestra existencia como individuos. Esto mismo supone que tenemos conciencia de nuestra muerte y de lo que ella implica.
Una sociedad humana, entidad poblacional o hábitat, es aquella que se considera a sí misma, a los habitantes y a su entorno; todo ello interrelacionado con un proyecto común, que les da una identidad de pertenencia. Asimismo, el término connota un grupo con lazos económicos, ideológicos y políticos.

El hombre y la ética

La ética estudia una forma de comportamiento humano que es la moral. Este comportamiento se distingue por su carácter histórico y social. Hombre y moral configuran el dualismo conductual humano.
La esencia del hombre es estudiada por la antropología filosófica. Esta disciplina abarca al hombre en su totalidad porque se apoya en su desarrollo histórico y en su evolución cultural. El hombre es la esencia del saber y de la construcción de modelos sociales.
En su insaciable anhelo de volver inteligible la realidad, el saber racional del hombre se ha ido labrando sobre un tortuoso y largo camino durante su proceso de desarrollo histórico, a cuyo través ha desfilado toda una constelación de pensadores, cada uno con su particularísimo modo de concebir la realidad, y un sinfín de escuelas que, por regla general, han exhibido las más dispares y opuestas doctrinas. Todo ello, como bien podemos suponer, conforma un vasto panorama, variopinto y sumamente complejo, que obliga, en aras del orden y la claridad, a establecer esa gama de clasificaciones que bondadosamente, y tras ardua tarea, nos ofrecen los diferentes historiadores del pensamiento.
Durante el proceso de su desarrollo histórico se ha realizado preguntas como:
· Qué puedo saber y encuentra su respuesta en la ciencia.
· Qué debo hacer y encuentra su respuesta en la moral.
· Qué puedo esperar y encuentra su respuesta en la religión.
· Qué es el hombre y encuentra su respuesta a través de la antropologia filosófica.
Diversas concepciones antropológicas

Elementos humanos
Concepciones antropológicas
Ejemplos
Razón
Racionalismo
El hombre como “animal racional”.
Filosofía clásica:
Sócrates,
Platón, Aristóteles.
Cartesianismo. El hombre como sustancia pensante.
Voluntad
Voluntarismo
El hombre como expresión de la voluntad de vivir. Schopenhauer.
El hombre como voluntad de poder. Ideal del superhombre.
(Nietzsche)
Sentimiento
Romanticismo
Primacía del sentimiento sobre la razón (Rousseau
“existir es sentir”
Instintos
Naturalismo
biologismo
El instinto o impulso sexual como determinante de la conducta (Freud)

El desarrollo del hombre se sustenta en su ascenso hacia categorías superiores que le permiten un modelo de vida más confortable. La concepción del hombre tiene que ver con la época que lo caracteriza. Cada una de las concepciones es parcial y no puede inferirse para toda la existencia humana.
El hombre es concebido como ser biológico, ser síquico y ser social. La dinámica de aquellos elementos da para concebirlo como razón, como voluntad, como sentimiento, como instinto. Tales ideas provienen de tres fuentes: la religión, la filosofía y la ciencia.
El hombre siempre se ve obligado a seguir con la dificultosa empresa de tratar de saber quién es él realmente, sobre todo al considerar que en el mundo de hoy, aceleradamente cambiante y crítico, nos es decisivo responder lúcidamente, y sin vacilaciones, al desafío e influencia que ejerce sobre nosotros la constante creación de nuevas realidades científicas, tecnológicas, artísticas, políticas, económicas, en una palabra: culturales.
El hombre no nace con criterio, juicio o discernimiento, hay que formarlo. Es un animal que es capaz de transformar su instinto y de crear el criterio ético. Este criterio se adquiere por reflexión sobre las valores del bien y la bondad.

Criterios para el estudio del hombre

Hay una pregunta totalmente importante que es inseparable de la pregunta de la existencia de Dios. La pregunta de si la vida en la tierra existe a causa de una suerte y azar a través de la evolución, o a causa de una creación especial por un Ser Supremo.
Existen dos criterios que permite resolver la inquietud anterior:
· Criterio trascendentalista: concibe al hombre como producto de la creación divina. Su destino se orienta a la búsqueda de formas para superar la vida terrenal y luego trascender a una vida supraterrenal o eterna. El hombre como criatura de Dios.
· Criterio inmanentista: concibe al hombre como producto de la naturaleza o de la historia. Considera que más allá del hombre no hay Dios. Este criterio se aplica a la evolución de Darwin, así como al materialismo histórico.
Para la teoría de Darwin, el hombre es un animal evolucionado, la totalidad de su vida culmina en el momento mismo en que ocurre su muerte biológica. El evoluciónismo sostiene que las especies se modifican gradualmente. Las variaciones individuales favorables tienden a ser conservadas y las desfavorables a ser destruídas (selección natural). La selección natural ha sido el modo principal, pero no el único, de modificacion.
El materialismo histórico, por su parte, sostiene que la base de explicación del hombre y de su cultura es la situación económica de la sociedad en cada lugar y época. Los hombres hacen relaciones desde el punto de vista de la producción y de estas determina la estructura económica de la sociedad. Marx proporciona en el prólogo a “la contribución a la crítica de la economía política” los principios fundamentales del materialismo histórico.
Coincidiendo con el pensamiento de Marx, F.Engels defiende que la unidad del mundo no consiste en su ser sino en su materialidad. El movimiento es la forma de existencia de la materia. En consecuencia el pensamiento y la conciencia son productos del cerebro y por lo tanto el hombre no es más que un producto de la naturaleza.
Según el materialismo histórico, la historia de la filosofía comprende dos actitudes opuestas que abordan el problema de pensar y del ser (pensamiento y realidad). ¿Qué es lo primero? ¿El espíritu o la naturaleza? Los que afirman que el espíritu es primero dan lugar a las concepciones idealistas de inspiración religiosa; mientras que los que afirman lo segundo originan las concepciones materialistas.
En su capacidad de interpretar la realidad, el hombre es el protagonista de su propia historia (plano inmanetista). Hoy debe buscar qué es lo que determina sus móviles y a que se deben los choques de las ideas, aspiraciones y contradicciones.


El problema fundamental radica en identificar qué manifestaciones son específicamente humanas, es decir, que exteriorizan una capacidad propia del hombre que no posee ningún otro animal. Podemos llamar a eso específico del hombre de una forma en la que hoy todos están de acuerdo: pensamiento reflexivo. Esta capacidad hace que, en realidad, cada individuo humano sea metaespecífico, en el sentido de que tiene una posibilidad de actuación que no depende exactamente de las capacidades biológicas de su especie, sino de su individualidad.
Por eso, la manifestación más clara de humanidad es el arte, en el sentido amplio del término, que produce la cultura. Por ejemplo, los individuos de una determinada especie de ave fabrican un nido, o emiten un canto, cuyas características son específicas, comunes a todos los individuos de esa especie.

Diversos conceptos del hombre

El hombre como objeto de estudio ha sido abordado por la ciencia en sus diversas concepciones: biología, genoma humano, ingeniería genética. A los anteriores tipos de conocimiento se ha agregado el aporte de la psicología, la sociología y la antropología entre otras.
Cada disciplina, en su campo de acción, aporta información para determinar la naturaleza del hombre.

Teorías sobre el desarrollo del hombre

· Teoría clásica del hombre o del homo sapiens: define al hombre como un animal racional. De acuerdo con esto, el género más próximo del concepto hombre es la animalidad, pero lo que lo diferencia de los demás animales es la racionalidad o sea la capacidad de comprender, de abstraer o de retener nociones universales llamadas conceptos. La razón es lo que permite al hombre separar al hombre del animal.
· Teoría del homo faber: define al hombre como un ser práctico y se desarrolla en teorías naturalistas, en el positivismo y en el pragmatismo, fundamentalmente. Según esta teoría no hay diferencia esencial entre el ser humano y el animal. Solo se encuentra, entre ambos, diferencias de grado; es decir, en el hombre se dan los mismos elementos que en los demás seres vivos, pero difiere de éstos en que, en el hombre se manifiestan en una forma más compleja y desarrollada. El homo faber surge para modificar el entorno. Como ser reflexivo fabrica herramientas con una finalidad concreta. Ser humano significa tener un cierto dominio de su entorno, tanto en lo que se refiere al mero conocimiento de él como a la posibilidad de actuar y transformarlo o utilizarlo para sus fines. Pero el conocimiento y la actuación humanos no se realizan de modo directo sino de modo mediato. El ser humano sólo puede conocer algo a través de otras cosas y sólo puede actuar sirviéndose de instrumentos que faciliten esa operación. El hombre no es solamente un homo faber, sino primordialmente un homo instrumentalis y solamente porque es instrumental puede también ser productor.
· Concepto del hombre como animal simbólico: define al hombre a partir de sus estados psicológicos: pasiones, ideas, creencias, decisiones, preferencias etc. Y de sus estados frente a su obra en el paso por la vida. El hombre construye su propio universo simbólico formado por todas sus creaciones culturales: mito, arte, religión etc. La historia del desarrollo humano revela una incesante búsqueda de nuevas tareas a realizar y de nuevos instrumentos para realizarlas. Desde la piedra natural concebida como instrumento rudimentario hasta el sistema informático moderno el ser humano ha aprendido a instrumentalizar todo lo que ha hallado en su camino y a crear utensilios cada vez más complicados y de mayor alcance espacio-temporal con ayuda de otros utensilios precedentes más simples. La propia creación de instrumentos exige, ella misma, instrumentos. Tiene capacidad de interpretación, crea lenguaje, arte, creencias, ritos y ciencias.
· Concepto humanista realista: se fundamenta en la teoría marxista. Según esta la historia no hace nada, es el hombre, en cambio, el hombre efectivo y viviente el que lo ha hecho todo, el que posee, el que combate. El hombre es un ser productor, transformador y creador. Mediante su trabajo transforma la naturaleza exterior y a la vez crea un mundo a su medida. Si partimos de que lo verdaderamente real en nuestra vida son nuestras actividades, aquello a lo que estamos dedicados, y no las cosas que nos rodean, ya que la realidad de las cosas que nos rodean depende de nuestras actividades, llegamos a la conclusión de que nuestro cuerpo y nuestras facultades mentales son los primeros instrumentos al servicio de nuestra actividad creadora. O lo que es lo mismo, que no hay primero un sujeto dado y luego una actividad, sino que la actividad crea tanto el sujeto como el objeto. Lo que nos distingue como personas humanas concretas son nuestras actividades. "Por sus obras los conoceréis", hemos oído decir. Un yo o una persona que no haya obrado en absoluto, no es ni yo ni persona. Un cuerpo inerte no es un ser vivo y la vida consiste en la actuación mediatizada por lo material, que sirve como soporte de la actividad y recibe su sentido de ella. No obstante, el ser humano no se limita a los utensilios materiales. El logos humano posee la capacidad de crear utensilios inmateriales y simbólicos que son justamente la ventaja que le coloca por encima del animal, pero también lo que nos hace perdernos en un mundo de ficciones creadas por nosotros mismos. La función simbólica del conocimiento y el obrar humanos tiende a confundir la actividad y su sentido con el utensilio en que dicha actividad se apoya. Confundimos incluso un instrumento por otro. Creemos que el dinero es algo sustancial y que el nombre de una cosa es la cosa misma.
El único ser capaz de crear cultura es el hombre. Su avance y progreso en la cultura lo manifiesta a través del lenguaje, uso de símbolos, y de su sistema nervioso complejo con funciones elevadas como la memoria, el raciocinio, etc.
Pero la cultura tiene diferentes niveles y cada hombre, como miembro de una sociedad, tiene una cultura específica. Por lo tanto no se concibe un hombre sin cultura ni una cultura sin hombres. Existen ambos en un interjuego dialéctico de ida y regreso, ambos necesarios entre sí.
Ser humano significa tener un cierto dominio de su entorno, tanto en lo que se refiere al mero conocimiento de él como a la posibilidad de actuar y transformarlo o utilizarlo para sus fines. Pero el conocimiento y la actuación humanos no se realizan de modo directo sino de modo mediato. El ser humano sólo puede conocer algo a través de otras cosas y sólo puede actuar sirviéndose de instrumentos o prótesis que faciliten esa operación. El hombre no es solamente un homo faber, sino primordialmente un homo instrumentalis y solamente porque es instrumental puede también ser productor.

El hombre como un ser diferencial de conductas

El hombre en su condición de individualismo observa que su conducta es la más lógica, la más aceptable y normal y mira con extrañeza el accionar ajeno calificándolo en forma subestimada y muchas veces ridiculizándolo. Esta consecuencia se debe al carácter que nos ha formado la cultura en que nacimos y a través de aquella vemos el mundo con los elementos tomados de aquella cultura.
La interposición de elementos culturales y su articulación permiten al hombre compartir culturas para lograr seguridad y cohesión en el comportamiento humano.
Las conductas compartidas ayudan a reconstituir los nexos entre culturas y esta condición orienta la definición de la supracultura humana como estrategia de avance y progreso.
La cultura es la expresión del hombre plasmada en el conocimiento, en las creencias, el arte, la religión, del derecho, las costumbres; en cada época y en la época en que vive.
La cultura hay que considerarla como un sistema. El sistema es algo más que la suma de las partes. Los sistemas están conformados por elementos interrelacionados de tal manera que forman una estructura particular y un todo. Dos sistemas pueden tener los mismos elementos, pero al estar relacionados de diferente manera, resultan ser totalmente distintos. Así si quiero dar cuenta de un sistema, por ejemplo si quiero estudiarlo, no tengo que solamente enumerar los elementos sino que explicar cómo estar relacionados entre sí. De lo anterior se desprende que la cultura es una manera particular de interrelación de los elementos integrantes.
Por lo tanto podemos afirmar que existe una diferencia de cualidad y no de grado entre los animales y el hombre. Es decir, el hombre no posee algo más en cantidad que los animales (grado) sino que posee algo que los otros animales no poseen (cualidad) y lo hace único: el uso del símbolo, el cual abre las posibilidades del lenguaje.
El ser humano está dotado de una capacidad natural de dominar las fuerzas naturales y de mejorar su calidad de vida y la de sus semejantes. Tiene también la posibilidad de planificar su actuación y de determinar lo que es conveniente o perjudicial y lo que es deseable o no, tanto desde el punto de vista de la consecución de un fin concreto como desde el punto de vista ético o de interés social. Para ello se halla empeñado en la construcción de artefactos e instrumentos, tanto materiales como inmateriales cuyo alcance en el tiempo y en el espacio está llegando a límites que asombrarían a nuestros predecesores.
El ser humano está dotado de una capacidad natural de dominar las fuerzas naturales y de mejorar su calidad de vida y la de sus semejantes. Tiene también la posibilidad de planificar su actuación y de determinar lo que es conveniente o perjudicial y lo que es deseable o no, tanto desde el punto de vista de la consecución de un fin concreto como desde el punto de vista ético o de interés social. Para ello se halla empeñado en la construcción de artefactos e instrumentos, tanto materiales como inmateriales cuyo alcance en el tiempo y en el espacio está llegando a límites que asombrarían a nuestros predecesores de hace apenas cincuenta años.

El hombre ético

El hombre es producto de la articulación de tres elementos: el biológico, el psíquico y el social. Sobrevive en el universo porque por su capacidad de relación ha resuelto los problemas que se le presentan en su contacto con el medio ambiente inmediato.
El componente biológico está determinado por el estado de equilibrio o desequilibrio en que se haya en un momento dado. Las reacciones bioquímicas que se dan a su interior representan el soporte de la vida como tal. Las reacciones producen unas relaciones interdinámicas entre la materia y la energía y generan una base fisiológica que permite entender al hombre como un ser biológico que se disputa, desde este mismo ángulo, el convivir con las demás especies vivas.
Los seres vivos reaccionan en forma diferente a los estímulos del medio ambiente. Cada especie comparte el mundo circundante, obteniendo de él la energía necesaria para su subsistencia. El hombre, también hace parte de esa cadena. La vida biológica es producto del metabolismo y de la transformación de fuentes de energía. Las relaciones interdinámicas de equilibrio generan un organismo sano y en el hombre producen el temperamento o aquella constitución particular que resulta del predominio fisiológico de su sistema orgánico, como el nervioso o el sanguíneo en relación con su totalidad.
El temperamento regula la relación entre el ambiente interno del hombre y su ambiente externo. La capacidad de respuesta frente a los estímulos que le produce el ambiente externo condiciona su reacción o no y determina su condición de experiencia agradable o desagradable con la consecuente tendencia a realizar nuevos actos biológicos que le produzcan gratificación. Esta es la función básica de relación del sistema nervioso central.
El componente síquico es una consecuencia de aquella relación y tiene el componente de comprensión de los fenómenos del universo. Esto le faculta la condición para la determinación y afianzamiento de esquemás mentales, base fundamental para la construcción de su arquetipo. Un esquema mental está representado por el conjunto de elementos sucedáneos a una vivencia, bien sea agradable o no. Esta vivencia imprime carácter en el individuo porque genera rutas para su posterior comportamiento. El plasmar y el aceptar unas vivencias como gratificantes y otras como adversas le permite al hombre construir la teoría elemental del bien y el mal.
Todos aquellos aspectos que agraden producen una tendencia a su repetición, el ser busca nuevamente el logro de un estado similar. La repetición en el tiempo es lo que genera el proceso histórico en el desarrollo humano.
En un principio, cuando el hombre apenas empezaba a superpoblarse, y entonces disfrutaba de una baja densidad poblacional, supeditaba su supervivencia a su propio esquema mental y a su capacidad para resolver las dificultades con el medio ambiente. De la forma como sorteaba éstas, fue entrando lentamente en el camino del progreso, de ir hacia adelante en la búsqueda de mejores alternativas de subsistencia.
Frente a la capacidad condicionada de interpretación de los fenómenos universales, el hombre se encuentra con su semejante y determina qué necesita de su concurso para protegerse de todo lo que le es adverso. Su propia fuerza física y psíquica no es suficiente para enfrentar las amenazas que se le presentan, recurre al esfuerzo y la cooperación de los otros. Aparece el hombre social, aquel que tiene que relacionarse con los demás como medio de subsistencia.
El hombre se convierte en un animal político; necesita ese intercambio permanente de experiencias con sus semejantes. Tiene la convicción de que sin este componente su desarrollo se compromete, se vuelve precario. Entonces amplía su esquema mental y lo contrapone con los esquemas de su gente. En esta superposición se relacionan los diferentes elementos vivenciales de cada uno de los integrantes de un conjunto humano y aparece el supraesquema mental de conjunto humano.
Al desarrollar el concepto de grupo entre los hombres se puede plasmar el componente del ser social debidamente articulado con el biológico y con el psíquico. La integralidad debida a la articulación de dichos componentes es la que define al hombre en su dimensión frente al universo. Esta definición le permite poder tomar herramientas que le dejen avanzar.
Aparece el conocimiento como herramienta principal y con la aplicación de éste pone a rodar la construcción de su gran civilización. Este es el hombre de hoy.
El hombre moderno vive al mismo tiempo en el mejor y en el más peligroso de los mundos posibles. Los medios necesarios para resolver los problemas más acuciantes y para dar acceso a todos los seres humanos a una vida digna y a un bienestar equilibrado nunca han sido tan viables. La investigación científica nos permite saber cuáles son los peligros que tenemos que evitar y cuales son las medidas a tomar para hacer del planeta tierra un planeta del bienestar. Lo único que amenaza al ser humano es el propio ser humano. Una sociedad global encierra graves problemas de entendimiento y comunicación cuya solución es difícil pero no imposible.
Los medios concretos para alcanzar la verdad y el bien no están dados definitivamente a cada ser humano, porque es la libertad de cada uno quien tiene que elegirlos. Está dado el fin general de la naturaleza humana (felicidad, perfección), pero no los medios que conducen a esos fines. La orientación general está dada por nuestra naturaleza humana, pero ésta necesita que la persona elija los fines secundarios y los medios. Y, dado que no es instintivo en el ser humano alcanzar los fines naturales del hombre, la naturaleza humana tiene unas referencias orientativas para la libertad; es decir, tiene unas normas, unas leyes que le permiten encauzar libremente el cumplimiento de ese anhelo constitutivo, y que configuran la guía de la naturaleza humana. Si se vive lo indicado en ellas, estaremos un poco más cerca del objetivo; si no se vive, nos alejaremos de él.
La primera de las normas de esta guía de la naturaleza humana tradicionalmente se ha formulado así: Haz el bien y evita el mal. No un mal y un bien externos y extraños a nosotros, sino nuestro mejor bien, evitando lo que nos daña: hacer el bien y evitar el mal es una invitación positiva a que cada uno haga de sí mismo el mejor de los proyectos posibles. Eso son las normas morales, que tienen como fin establecer unos cauces para la que la libertad elija de tal modo que contribuya a los fines y tendencias naturales. La ética estudia cómo y de qué modo son obligatorias las normas morales, y cuáles son en concreto esas normas morales.
Esas normas no se cumplen necesariamente, sino sólo si uno quiere. Pero están ahí porque la realidad humana está ahí, y tiene sus leyes, sus caminos. Y es que el desarrollo de la persona y el logro de sus fines naturales tiene un carácter moral, ético. La ética es algo intrínseco a la persona, a su educación, y a su desarrollo natural. Es el criterio de uso de la libertad.
Por tanto, no cabe entender la ética como un reglamento que venga a molestar a los que viven según les apetece. Sin ética no hay desarrollo de la persona, ni armonía entre el alma y el cuerpo. A poco que se considere quién es el hombre, enseguida surge la evidencia de que, por ser persona, es necesariamente ético: la ética es aquel modo de usar el propio tiempo según el cual el hombre crece como un ser completo. La naturaleza humana se realiza y perfecciona mediante decisiones libres, que nos hacen mejores porque desarrollan nuestras capacidades. El hombre o es ético, o no es hombre.

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